Por CATÓN
Doña Balenia era una mujer muy gorda. Un día fue con su médico. "Doctor -le dice preocupada-. He notado un considerable descenso en el interés amatorio de mi esposo. Ya no me manifiesta su pasión con la frecuencia de antes?. El galeno, del modo más delicado que puede, le hace una discreta insinuación: "¿No ha pensado, doña Balenia, en la conveniencia de una dieta??. "¡Uh, doctor! -exclama ella-. ¡Si bien comido ya no se apasiona, imagínese si lo pongo a dieta!?... Don Cornulio acudió con el juez y le dijo que quería divorciarse de su esposa. "¿Por qué?? -pregunta el juzgador-. "Trata a mis amigos como si fueran polvo? -responde el quejoso. "Esa no es causal de divorcio? -manifiesta el juez?. "No me ha entendido usted -explica don Cornulio-. Trata a mis amigos como si fueran polvo porque a todos los esconde abajo de la cama?... Babalucas halló un nuevo trabajo. Consistía en hacer la limpieza de las oficinas en la empresa de don Algón. Su hora de entrada era a las 7 de la tarde, pues el personal salía a las 5. Ansioso de quedar bien, Babalucas llegó el primer día a las 6 de la tarde. Encontró a don Algón y a su linda secretaria Rosibel sentados en el sillón grande del despacho, con la mirada perdida en el vacío, fumando en silencio sendos cigarrillos. Al día siguiente Babalucas llegó quince minutos antes de las 6. Encontró a don Algón y a Rosibel acomodándose la ropa. Y le dice don Algón muy enojado: "Mire, Babalucas: si mañana llega usted a las 5 y media de la tarde ¡está despedido!?... "Señor -le informa al juez un policía-, una muchacha fue detenida por pasear desnuda en la playa?. "¿Y por qué no me la han traído?? -pregunta el juzgador. Explica el policía: "El que la detuvo se llevó a su casa el cuerpo del delito?... En la clase de catecismo pregunta la señorita Peripalda: "¿A dónde se van las niñas buenas??. "Al cielo? -responde Juanilita. "¿Y las malas, Pepito?? -vuelve a preguntar la catequista. "No sé -responde el tremendo niño-. Pero supongo que llegan lejos?... De no ser por los mexicanos que trabajan en Estados Unidos, la pobreza de muchos que aquí viven sería miseria. Esos paisanos nuestros, con las remesas en dólares que envían, contribuyen en modo decisivo a la paz y la estabilidad en el País; sin ellos quizás habría habido ya un estallido social. Tienen derecho, entonces, a ser tratados con respeto, y aun con agradecimiento. En ese contexto resultan inexplicables las molestias que deben sufrir y los abusos de que son objeto cuando vienen a México a visitar a sus familiares que han quedado acá. Todos los niveles de Gobierno -federal, estatal y municipal- deberían conjuntarse para impedir esos maltratos y para hacer que el ingreso de los paisanos por la frontera y su paso por las carreteras sean expeditos, sin que tengan que afrontar problemas derivados de negligencia o corrupción. Una estatua merecen los migrantes. Pero, más importante aún, merecen tener respeto y consideración... La parroquia organizó un bazar de caridad, y una muchacha asistió a él llevando un vestido muy escotado que dejaba ver a plenitud la opima munificencia de sus ubérrimos atributos pectorales. En la puerta por donde entró la chica estaba el señor cura acompañado por una de las damas de la organización piadosa que auspiciaba el bazar. "¡Qué barbaridad! -se escandaliza la señora al ver el escote de la muchacha-. ¿Había usted visto, padre, algo semejante??. "No, -responde el señor cura-. Por lo menos desde que mi mamá me destetó?... Dice el profesor de Física: "Cuando Arquímedes descubrió la ley que lleva su nombre gritó: ?¡Eureka!?. Eso significa: ?¡Lo encontré??. Una de las alumnas le comenta en voz baja a su compañera: "Ya me imagino lo que gritó el que inventó la píldora anticonceptiva: ?¡A darle!??... FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE
Les contaba a sus nietos el abuelo:
-Cuando tenía yo la edad de ustedes el cine era todavía una curiosa novedad. La televisión no se inventaba aún. Tampoco conocíamos ninguno de esos juegos electrónicos con que ustedes tanto se apasionan. No teníamos videocaseteras, y por eso no podíamos alquilar películas para verlas en la casa. No había internet. No existían los grandes espectáculos deportivos del futbol o las carreras de autos...
-¡Caray, abuelo! -exclamó entre asombrado y compadecido uno de los muchachos-. Y entonces ¿qué hacían?
El señor se quedó pensando por un instante.
-Vivíamos la vida -respondió-. Ustedes nada más la ven pasar.
¡Hasta mañana!..