Torreón Calidad del aire Peregrinaciones Tránsito y Vialidad

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Por CATÓN

Doña Jana, portera de la vecindad, era madre ya de once hijos, y las señales de un próspero embarazo anunciaban al que completaría la docena. Ella se pasaba la vida inclinada sobre el lavadero, dale que dale al agua y al jabón para tener albeando la ropa de su prole. Un día la visitó el señor cura don Arsilio. Le dijo con suave tono de reproche: "Oí que vas a tener otro hijo, Jana. ¿En esta ocasión sabes al menos quién es el padre de esa criaturita?". "Ay, señor cura -suspira a ella-. Cuando lavo inclinada sobre el lavadero estoy tan ocupada que nunca tengo tiempo de voltear a ver quién fue"... Varios sordomudos estaban en la cantina conversando en el lenguaje de las señas. Súbitamente el movimiento de sus manos se volvió agitado. De inmediato el cantinero fue hacia ellos y los conminó a salir. Le pregunta alguien: "¿Por qué los echaste?". Responde el tabernero: "Ya les había advertido que aquí no se permite usar palabras altisonantes"... Babalucas entró en la farmacia con un bebé en los brazos, y le pidió al encargado que le prestara su báscula para pesar bebés. "Lo siento -se disculpa el hombre-. Nuestra báscula para pesar bebés se descompuso. Lo que estamos haciendo es pesar al papá junto con el niño en la báscula de adultos. Después pesamos al papá solo, deducimos la diferencia entre los dos pesajes y así obtenemos el peso del bebé". Replica Babalucas: "En mi caso ese método no daría resultado". "¿Por qué?" -se extraña el farmacéutico. Responde Babalucas: "Porque no soy el papá del niño. Soy el tío"... No incurrirá en hipérbole quien diga que López Obrador ya está fuera de sí. En efecto, es insensato su propósito de hacer una revolución social -tuvo el buen cuidado de no decir "socialista"- que trastoque las estructuras del país y establezca un gobierno popular. Quien tenga dos dedos de frente, o uno al menos, sabrá que no hay en México las condiciones subjetivas y objetivas en que podría fincarse un movimiento revolucionario. Muchos problemas hay en el país, es cierto, el principal de ellos la pobreza, pero es evidente que los mexicanos rechazan la violencia como medio para buscar remedio a esos males. La nula respuesta que López Obrador ha obtenido en su llamado a la resistencia civil es seña clara de que su planteamiento es falso y no tiene cimientos en la realidad. Son cada vez más claras sus desatentadas convocatorias a la violencia, a la insurrección; por eso resulta inexplicable que todavía haya intelectuales y políticos que dicen ser partidarios de los métodos pacíficos y democráticos y sin embargo no se deslindan aún de ese hombre que tiene ya perdido el rumbo, que ha renunciado de plano a la vía democrática, y que descalifica a todas las instituciones, incluso a la que todavía podría favorecerlo en términos de ley. La táctica de AMLO se finca ahora en la posibilidad de que la escalada de violencia que promueve conduzca a una acción del Estado en la cual corra la sangre, único medio de dar vida a un movimiento que va languideciendo ya en el tedio y en la frustración. Se sintió calumniado López Obrador cuando se dijo de él que era un peligro para México. Pero con sus hechos y sus dichos está mostrando que tal señalamiento no era calumnia: era una simple descripción... Dulcilí le cuenta a Libidiano: "El muchacho con el que salí anoche me pidió un beso, y casi me desmayé". Responde Libidiano: "Pues cuando oigas lo que yo te voy a pedir, te vas a caer muerta"... Una florecita le dice a la otra florecita: "Te quiero". Responde la otra florecita: "Yo también te quiero". Dice la primera florecita: "Te deseo". Contesta la otra florecita: "Yo también te deseo". "¡Te deseo intensamente! -clama ya con vehemencia la primera florecita-. ¡Dónde andarán esas desgraciadas abejas!"... FIN.

MIRADOR

Por Armando FUENTES AGUIRRE

Este niño tiene tres años. Es mi nieto, y se llama Rodrigo.

Sonoro nombre de adalid es ése: Rodrigo. Se antoja mucho nombre para un pequeño así. Pero cuando Rodrigo está en mi casa manda como si fuera el Cid, y todos obedecemos sus mandatos.

Ahora estamos acabando de comer.

-Abuelito -me pide. (Mejor dicho: me ordena)-. Ayúdame a armar este rompecabezas.

-Ahora voy, hijito -le respondo-. Van a servirme mi café.

-Está bien -concede él, magnánimo-. Pero que te sirvan poco.

Yo ya no espero ese café. Me siento en el suelo con Rodrigo y me pongo a ayudarlo en su labor.

Este niño tiene tres años. Y sin embargo hace lo que le da la gana con mis 68.

¡Hasta mañana!..

Leer más de Torreón

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Torreón

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 231940

elsiglo.mx