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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Por CATÓN

Es triste y es molesto tener que hablar todos los días de López Obrador. Triste, porque mil cosas buenas hay en México merecedoras de esa atención que ahora debe concentrarse en todas las cosas malas que hace este mal político, este político malo. Molesto, porque el escribidor se cansa de hacer la reseña cotidiana de los abusos y despropósitos de AMLO. El último es anunciar la posibilidad de que su risible "Convención Nacional Democrática" -que ni es convención, ni es nacional, ni es democrática- lo proclame Presidente de la República. López Obrador está pasando de la demencia a la farsa. La locura tiene algo de dramático, pero la farsa se instala en el ridículo. Por eso es explicable que mientras AMLO se apropia de las calles -es lo que sabe hacer- algunos de sus cercanos seguidores empiecen ya a tomar su propio camino. La designación de líderes parlamentarios perredistas fue claramente contraria al interés del tabasqueño. Javier González, por ejemplo, pertenece a la corriente cardenista, villanamente perseguida y maltratada por López Obrador, y sabe de las traiciones y mentiras de su ex jefe. Quienes fueron electos diputados y senadores por la Coalición acudieron a recoger sus credenciales, con lo cual desoyeron el absurdo llamado de Monreal, de no asumir el cargo. (No hay borracho que coma lumbre, y es muy poderoso el discreto encanto de la nómina). Los dirigentes de Convergencia Democrática, uno de los partidos coligados con el PRD, han manifestado que acatarán el fallo del Tribunal Federal Electoral aun en el caso de que no favorezca a López Obrador. Comentadores e intelectuales que habían acompañado a AMLO están ya recapacitando, y aunque sea con timidez manifiestan objeciones a su proceder. Personas muy cercanas a Camacho Solís y a Marcelo Ebrard comentan sotto voce que no pasará mucho tiempo sin que aquel gran funámbulo político y su discípulo dilecto se aparten del camino de López Obrador y empiecen a trazar su propia ruta hacia la Presidencia. Si la fingida Convención a que AMLO convocó lo proclama Presidente; si esa espuria y apócrifa asamblea anuncia el final de la República Mexicana y el principio de "la República Restaurada", tal cosa será un aberrante extremo que no podrá compartir la gente honesta, sensata y con un mínimo de talante democrático. En suma, parafraseando a Churchill, quizá lo que estamos viendo no sea el fin del principio, pero sí es el principio del fin... Don Kark Amal, decrépito señor, y dineroso, conoció a un hombre en apuros económicos, y a cambio de ayudarlo obtuvo de él que le entregara a su joven y bella hija en matrimonio. Pero ya se sabe: el matrimonio sin amor trae consigo el amor sin matrimonio. Bien pronto la muchacha empezó a coronar a su senil marido. ("Casamiento a edad madura, cornamenta o sepultura"). El esposo tardó en enterarse, pero al fin supo que llevaba mitra, y dijo con enojo a su mujer: "Febrilia: lo sé todo". "¡Ay sí! -responde con ligereza la muchacha-. ¡Lo sé todo! A ver: ¿cuál es el continente que tiene más países?". (Permítame soplarle la respuesta, señor Amal, para que al menos salve un resto de su honor: el continente que tiene más países es África)... En la noche de bodas el novio se sorprendió al ver que su mujercita se quitaba una peluca y la aventaba, se quitaba un ojo de vidrio y lo aventaba, se quitaba los rellenos de un falso busto y los aventaba. El estupefacto joven quedó con expresión atónita. "¿Qué quieres?" -le pregunta con voz hosca la extraña desposada. Responde él: "Ya sabes lo que quiero. Quítatelo y aviéntamelo"... FIN.

MIRADOR

Por Armando FUENTES AGUIRRE

Me habría gustado conocer a Federico Gonzaga, señor de Mantua. Se enamoró de Isabela Boschetti, hermosísima mujer, sobrina de Baltasar de Castiglione. Para gozar de sus amores hizo que los arquitectos reales convirtieran un cuartel de caballería sobre el Po en lindo palacete, y ahí llevó a la amada.

En el techo de la alcoba mandó pintar Federico un voluptuoso fresco. Ahí aparece la figura de una salamandra, criatura que era símbolo de la frialdad: según el saber de la época ni siquiera en las llamas se encendía el mítico animal. Al pie de la figura escribió Federico unas palabras: Quod huic deest me troquet. ?Lo que a ésta le falta a mi me atormenta?. Al decir tal cosa hacía pública confesión de su ardiente amor por Isabela.

Me habría gustado conocer a Federico, gran señor y gran amante. Sabía que a una mujer se le debe amar en todos los sentidos del cuerpo, pero sabía igualmente que también se le debe amar con ese otro sentido que es el alma.

¡Hasta mañana!..

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