Hacía muchos tiempo que no tenía yo dimes y diretes con doña Tebaida Tridua. La ilustre dama, presidenta ad vitam (interina) de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, se atribuló mucho con motivo de los sucesos acaecidos en la Ciudad de México. La afligió especialmente la toma del Paseo de la Reforma, que le trae memorias dilectas de su juventud. Por tal motivo se había alejado un poco de la tarea que le corresponde: vigilar las buenas costumbres de la sociedad. Pero leyó el relato que ahora sigue, y sufrió una convulsión ataxofémica que la privó del habla y la dejó sumida en estupor profundo. Más de dos días anduvo la señora como alma en pena por los aposentos de su casa, sin dormir, sin probar alimento ni bebida. Cuando recobró las tres potencias del alma -memoria, entendimiento y voluntad- preguntó por la marcha de los sucesos en la Capital, y le dijeron que todo seguía igual o peor. Eso la hizo volver a su morboso estado. No es que me valga de tan penosa circunstancia, pero voy a narrar ahora mismo esa vitanda historietilla a fin de evitarle a doña Tebaida la pena de leerla aquí... Una cierta señora iba a dar a luz. Cuando llegó la hora del parto el pequeño asomó la cabecita. El médico se dispuso a recibirlo. Para su sorpresa, y sorpresa general, el niño ya no siguió saliendo. Se detuvo, y ante la estupefacción de todos se dirigió al tocólogo con frase perfectamente articulada: ?¿Es usted mi papá?? -le preguntó. ?No, -acertó a responder el facultativo-. Soy el médico?. ?Entonces me vuelvo a mi lugar -declara el chiquitillo-. Cuando venga mi padre hágame el favor de tocar tres veces -al fin es usted tocólogo- en la barriga de mi mamá?. Y así diciendo el niño se volvió a meter en el vientre de su madre. El papá fue llamado con urgencia, y llegó con premura a la sala de maternidad. Fiel a su encargo, el doctor tocó tres veces, como en una puerta, en el abdomen maternal. De nuevo asomó la cabeza el muchachillo. Le pregunta a su padre, que lo aguardaba ansiosamente: ?¿Es usted mi papá??. ?Sí, hijito -respondió el señor lleno de emoción-. Soy tu padre?. Entonces el chiquitín saca un bracito y restriega su puñito en los ojos, la nariz, la frente, y toda la cara del asombrado señor al tiempo que le decía con enojo: ?¡Para que veas lo que se siente, caborón!?. (No le entendí)... No sólo el Paseo de la Reforma y el Zócalo de la Ciudad de México han sido secuestrados por López Obrador y quienes aún lo siguen: también el ex candidato perredista ha tomado de rehenes la paz y la tranquilidad de México. Todos los días sus declaraciones ponen zozobra en los ciudadanos; todos los días crecen sus amagos y se hacen más violentas sus declaraciones. En el extranjero y en su propio país ha perdido apoyo López Obrador -él mismo lo ha reconocido-, y son reveladoras las encuestas que muestran su caída. Ojalá pase pronto este mal trance y AMLO, que renunció a la vía política y está optando por la violencia personalista, se convierta en lo mismo que el llamado subcomandante Marcos: una figura más o menos pintoresca que ya sólo encuentra eco en los despistados... Babalucas es tonto hasta en el momento de la amorosa intimidad. Cuando está con su mujer su fantasía consiste en pensar que él es otro hombre... El caracol tardó tres horas en llegar hasta la caracolita. Tardó dos horas en subirse a ella. Tardó una hora en hacerle el amor. Tardó otras dos horas en bajar. Y tres horas tardó en alejarse. Entonces gritó la caracolita: ?¡Me han violado! ¡Me han violado!?. ?¿Quién fue?? -le preguntó alguien. Responde la caracolita: ?No sé. ¡Todo sucedió tan rápido!?... Terminemos con una frase poco célebre: ?Muchas novias de ahora van radiantes al altar porque saben que ya no tendrán que hacer el sexo tan seguido?... FIN.