Por CATÓN
Babalucas presenta este lacónico poema: "El tiempo sin ti se vuelve empo"... La chica cedió por fin al acoso sensual de su galán. "Está bien -admite sus solicitaciones-. Pero págame 5 mil pesos. Sé que será difícil que los juntes, pero así no pensarás que soy una mujer fácil"... Se acercan días complicados. Andrés Manuel López Obrador logró sembrar la idea de que la elección presidencial fue fraudulenta. Ni él ni sus seguidores toman en cuenta lo difícil que habría sido manipular dolosamente desde las camarillas del Gobierno una elección hecha por los ciudadanos y calificada por ellos. Ninguna prueba tampoco han aportado que sustente su acusación de fraude. Únicamente lo cerrado del cómputo final da visos de credibilidad a sus afirmaciones, pero aun ese resultado es seña de que no hubo tal manipulación, pues si alguien la hubiese hecho habría buscado que la diferencia entre el candidato ganador y el derrotado fuese más holgada, de modo de no admitir impugnaciones. Aun así, contra todo derecho, contra toda justicia y razón, AMLO y sus incondicionales siguen buscando reventar esa elección hecha por la ciudadanía al margen de los controles del Estado. Lo que antes hacía el PRI, anular la voluntad de los ciudadanos, ahora lo quieren hacer ellos para implantar a como dé lugar su predominio sobre los mexicanos. Son pocos en verdad quienes persiguen ese aberrante fin. Las desérticas tiendas de campaña del Zócalo y Reforma, sostenidas en pie penosamente con dineros públicos y dádivas oficialistas, son muestra de la nula respuesta social que ha tenido el insensato llamamiento de AMLO a la revolución. Su convención será una entelequia en el mal sentido de la palabra, ejercicio carente de sentido ético y político, y sin apoyos en la realidad. Pero la minoría que sigue a López Obrador es activa y es ruidosa. La forman profesionales de las manifestaciones callejeras. Saben vociferar y esgrimir puños. Conocen las artesanías de la agitación con todas sus variantes. Manejan las diversas modalidades de la provocación. Tendrán días propicios para ejercer sus habilidades de provocadores: el día del Informe; el 15 y 16 de septiembre; el 20 de noviembre; el primero de diciembre. Buscarán con sus acciones concitar la represión del Estado, y que esa intervención tenga efectos funestos. Si en las urnas perdieron, en los ataúdes podrían ganar algo. Algunos muertos podrían dar vida a su cada vez más débil movimiento. Por eso, contra todas las voces que piden mano dura, lo recomendable ahora es la prudencia. No se debe ceder a los chantajes de los violentos, pero tampoco hay que caer en las trampas que tiende su perversidad política. Ningún eco ha tenido la convocatoria que AMLO hace a la subversión. Fuera de la Ciudad de México -donde la agitación tiene favor y subsidio oficiales- el movimiento de López Obrador es inexistente, incluso en las entidades gobernadas por el PRD o en las que el tabasqueño obtuvo mayoría. Él solo se agotará, según se está ya viendo. Sin pared dónde rebotar, su violencia irá amenguando, y más si su convención le impone el ridículo de nombrarlo Presidente. Las instituciones de México han mostrado fortaleza. Dejemos que ellas digan la última palabra... Un sujeto estaba forzando a una muchacha. Gritó ella: ?¡Me están robando, me están robando!?. Le dice el individuo: ?No te estoy robando; te estoy violando?. Replica la muchacha: ?Tomando en cuenta el tamaño de aquello con que me estás violando, la verdad es que me estás robando?... FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE
Sé de un actor que antes de entrar en escena sentía temblores en las piernas, le sudaban las manos y se le aceleraban los latidos del corazón.
Sé de un pintor que nunca estaba seguro de la calidad de su trabajo. Cuando terminaba un cuadro preguntaba con ansiedad al que tuviera cerca si la pintura era buena, qué le parecía, qué fallas le encontraba.
Sé de una mujer que dudaba de su belleza: se sentía desmañada, poco interesante, incapaz de atraer a los demás.
El actor se llamaba Lawrence Olivier. El nombre del pintor era Picasso. La mujer insegura era Kim Novak.
Si personas como ésas dudaban de sí mismas, ¿por qué habrán de preocuparnos los sentimientos de inseguridad que a veces nos afligen? Malo sería dejarnos dominar por ellos y abatirnos en vez de usar esa ansiedad -como el arco usa la tensión- para lanzarnos a la acción con mayor ímpetu.
Todos tenemos derecho a dudar de nosotros mismos alguna vez. Nadie tiene derecho a convertirse en una eterna duda.
¡Hasta mañana..!