Por CATÓN
En tiempos del PRI nos preguntábamos: "¿Qué irá a decir el Informe?". Ahora la pregunta era: "¿Qué? ¿Irá a decir el Informe?". La democracia, no cabe duda, es costosa, es latosa y -si se ejerce mal- es peligrosa. Para que funcione bien la democracia debe contener un ingrediente esencialísimo: la educación. Cuando la democracia y la ignorancia se reúnen los resultados suelen ser fatales. Al ver los problemas que el incipiente ejercicio democrático está causando en México hay quienes dicen que estábamos mejor cuando estábamos peor. Añoran el régimen priista, que por ser autoritario era eficiente y por ser monolítico daba orden y tranquilidad. En efecto, a cambio de vivir en una sociedad tranquila muchos están dispuestos a vivir en una tranquila suciedad. Yo no comparto tal idea. Pienso que lo mejor que le pudo suceder a este país fue haber pasado de aquel sistema de partido hegemónico a otro de pluralidad política. Creo que debemos asumir todos los riesgos de la democracia. En el curso del proceso electoral López Obrador fue eso: un riesgo de la democracia. Había que asumir ese riesgo, y lo asumimos. El perredista participó en la carrera por la Presidencia. Ahora, sin embargo, AMLO ya no es un riesgo que deriva de la democracia: es un riesgo que emana de la demagogia. López Obrador ha renunciado ya a la vía política; ha descalificado de plano a todas las instituciones y no acepta ajustar sus actos a la legalidad. Su resistencia, entonces, ya no es civil, pues se da al margen de todo lo que da marco a la vida en la cives, en la ciudad. Su resistencia se finca ahora en el ejercicio de la fuerza. La suya no es ya una acción política, sino de confrontación violenta. Escribo esto temprano por exigencia de los horarios periodísticos, terminantes y tan determinantes. No puedo hacer entonces el comentario que la República espera ansiosamente sobre lo acaecido con motivo del Informe Presidencial. Mañana hablaré de lo que ayer sucedió, y de lo que no sucedió. Pero ahora mismo puedo decir que no hay en el país la polarización que, según algunos, tiene dividida a la Nación en dos grandes regiones, sur y norte, o en dos extremos políticos irreconciliables. En su inmensa mayoría los mexicanos quieren vivir en paz, y trabajar. Quienes votaron por López Obrador atendieron su convocatoria de justicia, pero rechazan su llamado a la violencia. No es una mitad del país contra otra; no son los de abajo contra los de arriba; no es la izquierda contra la derecha. Es el cabecilla de un movimiento ya declaradamente subversivo contra una absoluta mayoría de ciudadanos que quieren hacer de México un país mejor usando para ello los instrumentos que ofrecen la libertad y la democracia, base para seguir buscando la justicia. Voces de dentro y fuera condenan la tosudez personalista y autoritaria de López Obrador, le piden que devuelva los bienes comunitarios que mantiene en secuestro; lo llaman a dejar el camino de violencia y a buscar en el ejercicio de la política el medio para la realización de sus proyectos. A López Obrador, sin embargo, parece ya no interesarle la política. Ha optado por la peligrosa vía de la acción directa. En eso ningún político puede acompañarlo so riesgo de perder tal calidad y convertirse también en subversivo. Por muchas razones López Obrador era como político un peligro para México. Ahora, por la sinrazón de su violencia y por haber renunciado a la política, el peligro que representa AMLO es todavía mayor. Aun así hay que enfrentar ese peligro por la vía democrática. He aquí una de las paradojas de la democracia: hasta sus enemigos se benefician con ella... FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE
Ayer puse en el frente de mi casa una bandera mexicana.
Hermosa es la bandera. Con ella mi casa se ve también hermosa. Pareciera que alguien le hubiese prendido en el pecho una condecoración.
Yo veo la bandera de México y siento lo mismo que de niño sentía al verla en el patio de la escuela. Recuerdo las historias de heroísmo que laten en sus pliegues, y encuentro en sus colores y en su escudo la síntesis del inmenso territorio de la Patria, y el amor -ternura disfrazada de fiereza- con que sus hijos la miramos.
El pueblo devoto le pide a la Guadalupana que lo cubra con su manto. En estos días difíciles todos debemos pedirle a la Patria que nos cubra con el suyo: la bandera.
¡Hasta mañana!..