Al día siguiente de la toma del Congreso por los diputados y senadores ?porrodistas?, algunos comentadores elogiaron ?la actitud pacífica? de López Obrador, quien no envió a sus mesnaderos a atacar el recinto de la Cámara. Poco tardarían en saber que el pacifista AMLO insistía en llevar adelante aquel asalto, y que sólo la opinión en contra de sus más próximos compinches -la palabra se oye mal, pero define bien- lo hizo desistir de la intentona. Ahora nos enteramos de que López le hará el favor al Ejército de permitirle desfilar, y recibimos también la noticia de que muy generosamente devolverá a los ciudadanos el Zócalo y el Paseo de la Reforma que mantenía en secuestro. Desde luego eso de no estorbar el paso del Ejército no tiene nada que ver con una actitud de pacifismo. Más bien se finca en el conocido dicho popular según el cual ?No hay loco que coma lumbre?. Con todo, debemos celebrar esa decisión de López Obrador y copartícipes, pues eso evitará inútiles enfrentamientos. Han advertido ya esos señores el repudio de que son objeto en todas partes, especialmente en la capital, y proceden a actuar en consecuencia para evitar su derrumbe total y rescatar lo que se pueda tras el naufragio del 2 de julio. Insiste AMLO, sin embargo, en dar su propio Grito -en uno está desde aquella fatal fecha-, y todavía debemos esperar más violencias derivadas de su empecinamiento. Poco hace el presidente Fox para ayudar a distender la situación: su infortunado retruécano sobre ?el despeje? fue una provocación innecesaria e imprudente. En la época del PRI cuando el futuro presidente era destapado el Presidente en funciones se tapaba, prácticamente desaparecía de la escena. Fox no debe bajar la cortina ni cerrar el changarro. Aún no es tiempo de irse a San Cristóbal. Lo que sí debe hacer es ayudar a Calderón con su silencio. Muchas fatigas está pasando el presidente electo con sus adversarios de fuera para encima tener que sortear imprudencias y animadversiones en su propia casa. Hablé hace días de la posibilidad de confrontaciones en el acto -algo desangelado, por cierto, y con parte de los tendidos vacíos- de la Plaza México. Lo que no pude imaginar es que la confrontación se daría entre los mismos panistas, por la torpe actitud del jacobeo Espino, que más parece enemigo de Calderón que correligionario suyo. Mérito grande del presidente electo fue haber superado la hostilidad de la pareja presidencial y la inquina de los ?ultras? del PAN. Ahora Espino debe ser convocado a la prudencia, pues mucho ayuda el que no estorba. Si los panistas predican la unidad y la conciliación, bueno es que empiecen por su propia casa... El joven Simpliciano le preguntó, ansioso, a su novia Pirulina: ?¿Me quieres sólo porque mi papá me heredó 5 millones??. ?¡Claro que no, tontín! -replica ella-. ¡No me importa absolutamente nada quién te los heredó!?... Un cowboy entró en el bar de la gran ciudad. Vestía camisa a cuadros, pantalón vaquero, botas de punta, cinturón de hebilla y sombrero texano. Se sentó en la barra y pidió un whisky. La mujer que estaba al lado le pregunta: ?¿Eres un vaquero de verdad??. ?Bueno -responde el cowboy-. Toda la vida me la he pasado a caballo arreando reses, marcándolas, domando potros brutos y lazando toros. Sí, supongo que eso me hace ser un vaquero. Y tú ¿qué eres??. ?Bueno -contesta la otra-. Yo me levanto pensando en mujeres, paso todo el día pensando en mujeres y me acuesto pensando en mujeres. Y es que me gustan mucho las mujeres. Soy lesbiana?. El vaquero se queda muy pensativo, y a poco la mujer se va. ?Carajo -le dice el cowboy al cantinero rascándose perplejo la cabeza-. Siempre pensé que era vaquero, y nomás llego a la ciudad y me entero de que soy lesbiano?... FIN.