Por CATÓN
Si López Obrador y sus cercanos copartícipes conocieran en verdad el sentimiento de la gente sabrían que en su inmensa mayoría los mexicanos los rechazan ya. Sin embargo esos empecinados radicales parecen estar cegados por sus propios yerros. Confunden una pequeña parte del DF con toda la República, y piensan que las delegaciones que de los estados han llegado a participar en sus acciones traen consigo el sentir general de sus comunidades, cuando en verdad son grupúsculos que sólo representan su interés o su particular utopía. Aunque AMLO y sus operadores hayan llenado el Zócalo, aunque varias veces más lo llenen, la opinión contraria que se les opone en todo el País es aplastante. Aún están en tiempo de hacer de su movimiento un activo valioso tanto desde el punto de vista de la política como de lo que atañe al bien común. Provocar enfrentamientos entre los mexicanos a nada los conducirá, aparte de a un mayor repudio y al fracaso. Aprovechar las tradiciones mexicanas para colgarse de ellas y promover sus ambiciones no hará sino acrecer el temor y la animadversión con que son vistos ya. He ahí un error más entre los muchos que López Obrador y sus aláteres han cometido en su caída por el despeñadero. La violencia puede ser pasajera tentación, pero la vía política es promesa permanente. No arriesguen su futuro con actitudes del pasado... Columnista: esta última monición es tan solemne y tiene acento tan ciceroniano que seguramente calará en el ánimo de las personas que la leerán, de las cuatro. Al mismo tiempo la frase que la precedió: "La violencia puede ser pasajera tentación, pero la vía política es promesa permanente", debería ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero para perpetua memoria de las generaciones venideras y de las que luego vengan. Has cumplido ya tu honroso deber de orientar a la República. Bien puedes ahora triscar en más amenos campos. Da salida a algunos lenes chascarrillos que nos alegren el ánimo después de la severidad de tu discurso... Aquellos esposos cumplían años el mismo día, y estaban celebrando su aniversario número 60. Un genio de Oriente se les presentó y les dijo que como regalo les cumpliría un deseo a cada uno. "Yo -dijo la señora- quiero pasar 15 días en Cancún". El genio hizo un ademán y ¡zas! la mujer desapareció y volvió luego a aparecer en la soleada playa caribeña, sentada en la alba arena y con una piña colada en la mano. Dijo el esposo: "Yo quiero tener una mujer 40 años menor que yo". El genio hizo un ademán y ¡zas! el hombre se vio convertido en un anciano de 100 años... Al terminar la pelea de box el manager le dice a su pupilo: "Kid Grogo: perdiste porque no tiraste un solo golpe. Pero no te entristezcas: a lo mejor te dan el Premio Nobel de la Paz"... El jefe del agente viajero revisaba la cuenta de gastos de su empleado. Inquiere: "Y esto ¿qué es?". Responde el tipo: "Es la cuenta del restorán". Le indica el jefe: "Está bien: por esta vez te la reconoceré. Pero no vuelvas a comprar otro"... En la tienda una señora se probó un vestido, y luego, muy ilusionada, le preguntó a su esposo: "¿Me queda bien, Capronio?". El ruin sujeto le dijo, despectivo: "Ningún vestido te va a quedar bien con ese cuerpo de lavadora que tienes". Poco después la señora se probó un saquito. "¿Cómo se me ve?" -le preguntó al sujeto. "¿Cómo quieres que se te vea? -volvió a decir él con tono desdeñoso-. Con ese cuerpo de lavadora que tienes hasta un modelo de Balenciaga se te vería mal". Cuando llegó la noche y fueron ambos a la cama, él acercó su cuerpo al de su esposa en tácita solicitud de amor. Ella le dice con frialdad: "Esta noche la lavadora no funciona. Además, pa? la garrilla que tienes, la puedes lavar a mano"... (No le entendí)... FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE
Variación opus 107 sobre el tema de don Juan.
Llegó don Juan al Cielo y pidió ser admitido en la mansión de la eterna bienaventuranza.
-¿Quién eres? -le preguntó San Pedro, portero de la morada celestial.
-Soy don Juan -respondió con orgullo el seductor.
-¿Juan qué? -inquirió el de las llaves, displicente, al tiempo que encendía su computadora.
-Tenorio, desde luego -contestó el de Sevilla con ofendida dignidad-. Y si lo dudas, aquí traigo una lista de las 2 mil mujeres a las que seducí.
Consultó su ordenador San Pedro y dijo luego rascándose la calva:
-Qué extraño. Aquí aparecen 2 mil mujeres que dicen haberte seducido a ti.
¡Hasta mañana!..