El papá de la muchacha le dice al pretendiente que pedía la mano de la chica: "Le advierto, joven, que mi hija es una mujer de muchos calzones". "Qué raro, señor -se desconcierta el galancete-. Yo nada más le conozco tres"... Jesús y sus apóstoles decidieron jugar una manita de poker. San Pedro, pícaro tahúr, barajó tramposamente y se repartió a sí mismo los cuatro ases de la baraja. "¡Poker de ases!" -anunció triunfalmente disponiéndose a retirar las fichas de la apuesta. "Momento -lo detuvo Jesús-. Quintilla". Y así diciendo mostró cinco ases. "Señor -le reprocha Pedro con severidad-. Como milagro está muy bien, pero como poker es una gran shingadera"... Dos sardinas, madre e hija, nadaban en el fondo del océano cuando cerca de ellas pasó un enorme submarino con ruido fragoroso de hélices y despidiendo una luz espectral. "Holy mackerel! -exclama con temor la sardinita-. ¿Qué es eso?". "No te asustes -la tranquiliza su mamá-. Es sólo una lata de gente"... En Buenos Aires un argentino conoció a una linda francesita. "Te invito mañana a una fiesta" -le dice. "No puedo -se disculpa la muchacha-. Hoy en la noche tomo el vuelo a París". "¡Pero, pebeta! -se asombra el porteño-. Pudiendo estar en Buenos Aires ¿qué vas a hacer a París?". Responde ella sonriendo: "Allá vivo". Profiere con enojo el argentino: "¡Ése no es pretexto, piba!"... Aquel señor compró una casa en la playa, y asistió por primera vez a la reunión de los vecinos que cada año veraneaban ahí. De pronto dijo uno: "22". Y todos rieron. Otro dijo: "35". La concurrencia rió otra vez. Dijo uno más: "46". Los asistentes rieron igualmente. "¿Qué significa eso?" -le preguntó muy intrigado el nuevo socio a uno de los vecinos. Le explica éste: "Todos los años venimos aquí los mismos, y siempre contábamos los mismos chistes. Para ahorrar tiempo un día decidimos numerarlos. Ahora al escuchar el número recordamos el cuento, y nos reímos". En eso uno de los vecinos dijo: "259". Todos los presentes estallaron en una sonora, estrepitosa carcajada. Preguntó el recién llegado: "¿Por qué ahora rieron más fuerte?". Le explica el otro: "Es que ése no lo habíamos oído"... Doña Jodoncia le indica a su esposo, don Martiriano: "El próximo mes cumplimos 20 años de casados. ¿Cómo crees que debemos celebrar el aniversario?". Propone tímidamente don Martiriano: "¿Qué te parece un minuto de silencio?"... Astatrasio Garrajarra se topó en la calle con su habitual compañero de parrandas, Empédocles Etílez. "¡Por fin te miro, ebrio famoso! -le dice-. Hoy en la noche tengo reunión de amigos en mi departamento. No faltes". Empédocles asistió al convite. Al día siguiente se despertó en una cama de hospital, vendado de pies a cabeza igual que momia egipcia. A su lado se hallaba Astatrasio. "¿Qué me pasó? -le pregunta con doliente voz-. ¿Por qué estoy aquí?". Le explica Garrajarra: "Mi departamento está en el tercer piso. Ya bien borracho abriste la ventana y apostaste a que podías salir volando y regresar sin problemas otra vez. Luego saltaste al vacío. Fue un milagro que no te mataras". "¡Santo Dios! -se espanta Empédocles-. ¿Por qué no me detuviste?". "¿Cómo querías que te detuviera? -replica Garrajarra-. ¡Había apostado 100 pesos a que no podías volar!"... Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, recibió la visita de don Autumnio, añoso caballero. "Estamos solos, amigo mío -le dice con inquietud fingida-. ¿Sería usted capaz de aprovecharse de la situación?". Responde el senescente caballero: "Sólo que estuviera borracho". "Pues andamos de suerte -se alegra la señorita Sinpitier-. Tengo una botella de vodka en la cocina"... FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE
HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
El primer día el Señor hizo los cielos y la tierra.
El segundo día hizo surgir el mar.
El tercer día formó las hierbas y los árboles.
El cuarto día puso en el cielo el sol, la luna y las estrellas.
El quinto día dio vida a los animales, las aves y los peces.
Finalmente, el sexto día, creó al hombre.
Como se ve, fue de más a menos.
¡Hasta mañana!..