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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Por CATÓN

Tras varios años de vivir en los Estados Unidos como indocumentados, ocultándose casi siempre para trabajar, aquel mexicano y su esposa lograron por fin regularizar su situación. Después de los trámites correspondientes, y luego de presentar el examen de rigor, obtuvieron por fin la ciudadanía americana. Salen de la oficina muy contentos con sus papeles en la mano. El marido, abrazando a su mujer le dice jubiloso: "¡Ya somos americanos, vieja! ¿Sabes lo que eso significa??. "Naturalmente que lo sé -responde ella muy firme-. Significa que de ahora en adelante tú lavarás los platos, y significa también que, a partir de hoy en la noche, yo arriba?... No hace mucho tiempo vi la actuación del ballet folklórico de un país europeo, cuna de la cultura occidental, cuyo nombre no he de citar a fin de no incurrir en injusticia, pues quizá la danza popular de esa nación no estuvo bien representada por el grupo que nos visitó. Larga, tediosa, monótona fue esa presentación, tanto que en el intermedio una buena parte de la gente que formaba el público, fatigada de ver y oír lo mismo una y otra vez, abandonó la sala. Vuelvo a decirlo: quizá los directores de ese grupo no lograron mostrar todo el caudal de las danzas de su tierra. Pero en todo caso yo me quedé pensando en la inmensa riqueza que los mexicanos tenemos en el campo de la música y la danza populares. Cuando un ballet folklórico de México recorre el mundo, invariablemente arrebata el entusiasmo de los espectadores, que quedan deslumbrados y seducidos por la variedad de nuestras danzas, por su vigor o su ternura, por su hondo sentido humano, por su belleza y colorido. ¡Cómo no vamos a estar orgullosos de haber nacido en un país como este México nuestro, que puede ofrecer al mundo ese tesoro inigualable! Cosas malas tenemos, lo mismo que todas las comunidades humanas que habitan el planeta, pero muchas cosas buenas tenemos también, y en ellas difícilmente nos superan otros pueblos. Aprendamos a valorar nuestro folklore y encontremos en él uno más de los muchos, muchísimos motivos que México nos da para quererlo... El diputado Caravánez viajaba por un camino rural cuando su automóvil sufrió una descompostura. Logró apenas llegar a una granja, y le pidió al granjero que le permitiera pasar ahí la noche. El granjero le dijo que podría dormir en el cuarto de su hijo. Llamó al muchacho, un adolescente flaco, largirucho y con acné, y le pidió que llevara al diputado a su habitación. El muchacho lo guió, y el diputado quedó gratamente sorprendido al ver que en la pared del cuarto había tres retratos: uno de don Miguel Hidalgo, otro de don Benito Juárez y uno de él mismo, tomado de una de sus cartulinas de campaña. "Dime, muchacho -le pregunta-. ¿quién es el que está en el primer retrato??. "Es don Miguel Hidalgo -responde el chico-. El Padre de la Patria?. "¿Y el segundo??. "Es don Benito Juárez, el Benemérito de las Américas?. "Y ahora dime, joven estimable -prosigue el diputado Caravánez inflando el pecho y adoptando pose heroica-. ¿Quién es el que está en el tercer retrato?. "La mera verdá no sé, señor -responde el chico-. Mi mamá me encontró un día haciendo cosas malas conmigo mismo, y me puso ahí ese retrato para que vea que así puedo quedar si las sigo haciendo?... Un tipo que nadaba cerca de la playa comenzó a ahogarse. El salvavidas del hotel vio que el hombre se hundía entre las olas. Se lanzó al mar y nadando vigorosamente lo sacó y lo trajo de regreso. Después de tenderlo en la orilla comenzó a sacarle el agua con la boca. Le aspiraba algo de agua y la arrojaba; le aspiraba otro poco y la arrojaba; y así una y otra vez. Un borrachín que estaba entre los curiosos va y le dice: "Oye, sácale el fondillo del agua, porque a ese paso te vas a chupar todo el mar?... FIN.

MIRADOR

Por Armando FUENTES AGUIRRE

Los soidos pertenecen a la religión de Soid. Lo adoran por medio de ritos y ceremonias muy variadas. Tienen, por ejemplo, el "soidú?, que consiste en repetir mil veces el nombre de su dios. Tienen la "soidalía?, intensa liturgia en la cual se funden simbólicamente con el cuerpo de la divinidad, representada por un ternero eral cuya carne es comida por los fieles.

Murió hace poco tiempo un miembro de esa fe. Cuando llegó a la presencia de Soid le pidió ser admitido en su morada. Le manifestó que había rezado 10 mil soidúes y participado en soidalías sin número. Soid le dijo que no podía entrar en la mansión de los elegidos. Tampoco iría a las sombras a donde van los condenados. Su destino sería una región intermedia, equivalente a nuestro limbo.

-¿Por qué me envías ahí? -preguntó atribulado el infeliz-. Ya te dije que recé 10 mil soidúes; que participé en incontables soidalías.

-Sí -le respondió Soid-. Y eso te evitó hacer el mal. Pero eso mismo te apartó también de hacer el bien. Y sólo quien hace el bien entra en mi casa.

¡Hasta mañana!..

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