Por CATÓN
La escultural muchacha le pidió al dependiente de la zapatería que le ayudara a escoger unos zapatos discretos, y de tacón muy bajo. "¿Con qué los va a combinar?? -pregunta el de la tienda. Responde la muchacha: "Con un viejo rico y chaparro?... El señor y la señora fueron a jugar boliche. Inadvertida-mente el señor se puso a espaldas de un jugador que en ese momento hizo hacia atrás la bola y lo golpeó con fuerza en la entrepierna. El pobre hombre fue llevado a la oficina, y un médico acudió a examinarlo. Le revisa el sitio donde había recibido el golpe y dictamina luego: "No tiene nada?. Responde la esposa del lacerado: "Eso ya lo sé, doctor. Pero dígame si se lastimó?... En forma por demás villana el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas fue expuesto a la injuria de la muchedumbre que en el Zócalo aclamó como su Mesías a López Obrador. Quien provocó ese hecho debe sentir vergüenza; seguramente en la soledad lamentará haber actuado con bajeza tal; haber cobrado esa mezquina venganza. El ingeniero Cárdenas es un hombre respetable y respetado; sólo del fanatismo más dogmático e irreductible pudo salir un agravio así a su persona. Cárdenas, auténtico luchador de la izquierda democrática, no se ha allanado al caudillismo que se apoderó del PRD, y que espera sumisión incondicional, abandono de toda actitud crítica y absoluta entrega al guía iluminado. Por eso al fundador del PRD se le ha marginado; por eso se le injuria con anuencia y beneplácito del caudillo todopoderoso. Decía el antiguo clásico: ?Si el sabio no aplaude, malo; si el necio aplaude, peor?. El ingeniero Cárdenas debe tener a honra haber sido deturpado por esa multitud, para el pensamiento lerda, para el insulto pronta... El borrachito se acerca trastabillando al policía que estaba en su patrulla y le pregunta con tartajosa voz: "Perdone usted, señor oficial. Con el mayor respeto, sin ofender: ¿ha visto usted alguna vez a alguien que haga pipí de colores??. "Jamás he visto eso? -responde el policía con extrañeza. "-Pues yo hago así -dice muy orgulloso el borrachín-. Hago color de rosa, azul, verde, morado, magenta, gualda, plateado, chedrón, escarlata, solferino, fiucha y carmesí?. "Eso apenas viéndolo? -duda el oficial. "Se lo demuestro -lo desafía el ebrio-. Van 500 pesos a que hago pipí de todos colores?. "Van? -acepta confiado el policía. Muy serio, circunspecto, con mucho decoro y gravedad, solemne, el borrachito procede a liquidar el motivo de la apuesta sobre una de las puertas de la patrulla. El policía, que había descendido de ella, observa muy de cerca, con atención reconcentrada, la caudalosa micción. "¡Perdiste! -le dice con grandes carcajadas al borrachín-. ¡Es amarilla, como todas?. "Tiene usted razón, señor oficial -concede el borrachito-. Perdí. Aquí están sus 500 pesos?. "Oye -le dice el policía muy intrigado embolsándose el dinero-. ¿Por qué hiciste semejante apuesta, si sabías que ibas a perder??. "¿Ve usted a aquellos tontos que están allá? -responde el borrachín señalándole a unos tipos-. Les aposté 5 mil pesos a que le meaba la patrulla en su cara, y que además usted se pondría muy contento?... Se casó la hermana de Pepito. "Mami -le pregunta el precoz niño a su mamá-. ¿Qué le va a pasar a Gwendolina hoy en la noche??. La señora, que creyó que la pregunta era una de las insolencias de su travieso retoño, le propinó unas fuertes nalgadas y le dijo con enojo: "¡Esto le va a pasar a Gwendolina hoy en la noche!?. Ya en el banquete de bodas Pepito va a la mesa donde estaba la muchacha con su novio y los invitados principales, y le dice muy serio: "Hermanita: si sabes lo que te conviene, hoy en la noche cuídate las pompis?... FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE
A los 50 años de su edad John Dee era el maestro más sabio de Inglaterra.
Conocía todos los misterios de la religión; conocía todos los misterios del universo; conocía todos los misterios del mundo; conocía todos los misterios del hombre.
Hizo una vez un viaje. En la posada conoció a una muchacha de servicio. Tenía el cabello negro, glaucos los ojos, roja la boca como sangre, incitadora la sonrisa. El filósofo ya no siguió el camino. Tres días se quedó en la posada, y -sobre todo- cuatro noches. Si el posadero buscaba a la muchacha no la podía hallar. Si alguien buscaba a Dee no lo encontraba.
Volvió el maestro a Londres. Con él iba la muchacha. Decía John Dee sonriendo:
-¡Y yo, que me jactaba de conocer todos los misterios!
¡Hasta mañana!..