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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Por CATÓN

Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, le dijo a Dulcilí, muchacha ingenua: "Desde que te conocí he querido hacerte una pregunta, pero he callado, pues temo disgustarte ¿Me permites que te haga ahora esa pregunta?". Ella, pensando en una inminente declaración de amor, responde ilusionada: "Pregúntame lo que quieras, que no me disgustaré". Dice entonces Capronio: "¿Fías?"... Los recién casados llegaron a la habitación del hotel donde pasarían su noche de bodas. Él cierra la puerta tras de sí y exclama con arrobado acento: "¡Al fin solos!". Su flamante mujercita, que a toda prisa había empezado ya a aligerarse la ropa, le dice acezante con tono de impaciencia: "¿Tanto esperar esto y te vas a poner a platicar?"... Aquella chica era muy desconfiada: después de un amoroso faje siempre se contaba las bubis a ver si su galán no se había llevado una... A veces les tenemos miedo a las palabras. Mi bisabuela, mamá Gracia, entendía que la palabra "parto" no era para decirse en presencia de doncellas, y cuando rezaba el rosario decía: "Virgen purísima antes del éste, durante el éste y después del éste". Mis pudibundas tías señoritas jamás usaban el común vocablo "huevos": decían "blanquillos". En vez de chorizo -término que les parecía vulgarote- pedían en la tienda "uno tras otro", y "picante" en vez de chile. Ahora cuando se habla de los sucesos de Oaxaca se alude al México "bronco" o, con mayor solemnidad, al México "profundo". Yo digo que en ese caso deberíamos referirnos más bien al México necio. Porque hay un México bárbaro que lo mismo se manifiesta en las violencias de la APPO que en los plantones porrodistas de la Ciudad de México, o en las macheterías de Atenco. Ese México vive de espaldas a la modernidad. (Los mal llamados maestros de Oaxaca cantaron "La Internacional", hágame usted el refabrón cavor. Más actualidad tienen La Varsoviana y la Mamá Carlota). Es el México del salvajismo disfrazado de reivindicación social; es el México que no se pone a trabajar, que todo lo espera del Gobierno, el Caudillo o la casualidad; es el México de quienes consideran que la ley es zarandaja inútil, y que están convencidos de que con el uso de la fuerza todo se puede conseguir. Es el México de la corrupción; el México de los panchos, los piratas, los panteras y todos los demás pes que medran, sobre todo en el DF, al amparo de la complicidad oficial. Llamemos a las cosas por su nombre. No es "bronco" ese México de la violencia y la ilegalidad: simplemente es vandálico. Y no es "profundo": es simplemente estúpido... Astatrasio Garrajarra, el borrachín del pueblo, le cuenta a Empédocles Etílez, su eterno compañero de parrandas: "Mi vieja me dice que ya no puede aguantar mis ebriedades. Voy a cambiar". "¿De vida?" -pregunta Empédocles. "No; de vieja" -contesta Garrajarra. (NOTA: Te va a salir más caro, indejo)... Mañana voy a narrar aquí "La triste y lamentable historia del día en que Mister Penis pidió aumento de sueldo y no se lo otorgaron". Más que lamentable y triste ese relato es sicalíptico y equívoco, motivo por el cual los lectores con escrúpulos deberían abstenerse de leerlo. A tal efecto anuncio desde ahora la supradicha historia, tan desaconsejable, a fin de que no cause efectos deletéreos... El amigo de Babalucas le pregunta: "¿Por qué andas ronco, Baba?". Explica el tonto roque: "Es que hablé a Cuernavaca". Replica el amigo: "Yo también hablé a Cuernavaca, y no ando ronco". "Sí -concede Babalucas-. Pero tú hablaste por teléfono"... La curvilínea muchacha le dice a su amiga, igualmente pródiga en encantos: "¡Mira, Nalgarina! ¡La playa está completamente sola! ¡Podemos nadar desnudas!". "¿Para qué? -responde Nalgarina-. Nadie nos vería"... FIN.

MIRADOR

Por Armando FUENTES AGUIRRE

Me habría gustado conocer a Tecumseh, indio americano jefe de la tribu shawnee.

Gran guerrero, abominaba sin embargo de la guerra: decía que guerrear contra el hombre, contra cualquier hombre, era lo mismo que hacer la guerra al Gran Espíritu. En cierta ocasión hubo de conferenciar en el campo de batalla con William Henry Harrison, gobernador del territorio de Indiana. Un edecán trajo una silla para Tecumseh. Le dijo:

-Tu padre, el general Harrison, te ofrece esta silla.

-¿Mi padre? -respondió Tecumseh-. El sol es mi padre, y la tierra mi madre. Me sentaré en su regazo.

Y así diciendo se sentó en el suelo.

¡Hasta mañana!..

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