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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Por CATÓN.

Al final de esta columna mis cuatro lectores hallarán ?La triste y lamentable historia del día en que Mister Penis pidió aumento de sueldo y no se lo otorgaron?. Personas pudibundas: eviten posar sus ojos en esa narración... Un hombre iba en su automóvil por la calle. Al pasar frente a una casa vio algo que lo escandalizó: en el garage varias parejas hacían el amor a la vista de todo el que pasaba. Muy indignado el señor detuvo el coche y llamó a la puerta. Le abrió una mujer madura vestida sólo con vaporoso negligé y pintada como coche. A las claras se veía que era la dueña del lugar. "¿Qué clase de casa es ésta" -pregunta el señor lleno de enojo. Responde ella con naturalidad: "Es un burdel". Inquiere airado el caballero: "¿Y por qué esas parejas están haciendo el amor en la cochera??. Explica la mujer: "Es que hoy tenemos nuestra venta de garage"... Suertudo que soy, estuve en Tijuana una vez más, y disfruté como siempre de la hospitalidad de sus habitantes. Escribir el nombre de todos los que me ofrecieron mano amiga y mesa generosa sería llenar toda esta página y poner al final: "Continuará". A todas y todos les hago llegar esta expresión de gratitud por intermedio de Ángel Martín del Campo, mi manager allá, y de Guadalupe Pérez, representante mío en Rosarito. Como toda gran ciudad, Tijuana tiene grandes problemas. El de la delincuencia es uno de ellos, mal que comparte con casi todas las ciudades fronterizas, no sólo de este lado, sino también del otro. Los tijuanenses deben saber, empero, que sus compatriotas mexicanos no pensamos en Tijuana como ciudad violenta o de conflictos, sino como población laboriosa, emprendedora y llena de atractivos y promesas. Por cada maldad hay ahí cien mil bondades, y muchos buenos mexicanos de vida buena por cada uno que ha escogido el camino equivocado. Ojalá los lamentables sucesos de violencia que en los últimos días han dañado a la ciudad no abatan el ánimo de la gente de Tijuana, y que todos juntos sigan trabajando en bien de su comunidad. Son los deseos de este amigo suyo que más ganas tiene de verlos otra vez que de escribirles... Sigue ahora "La triste y lamentable historia del día en que Mister Penis pidió aumento de sueldo y no se lo otorgaron". Mister Penis envió a la gerencia un memorándum en los siguientes términos: "De la manera más atenta me dirijo a ustedes para solicitarles un aumento de sueldo. Fundo mi petición en los siguientes puntos: 1-. Trabajo duro. 2-. Trabajo parado. 3-. Trabajo en un ambiente húmedo y con altas temperaturas. 4-. No tengo horario fijo: se me pide trabajar a cualquier hora del día y de la noche. 5-. Debo estar disponible todos los días, incluso los fines de semana. 6-. Jamás tengo vacaciones. Y, finalmente, 7-. Por causa de mi actividad estoy expuesto a diversas enfermedades. Por todo lo anteriormente dicho solicito ese aumento de sueldo, en la seguridad de que mi petición será atendida. Firmado: Mister Penis". El mismo día el solicitante recibió la respuesta en estos términos: "Estimado Mister Penis: Hemos leído con interés el atento memorándum que se sirvió enviarnos. Lamentamos no poder otorgarle el aumento de sueldo que nos pide. Fundamos nuestra negativa en los siguientes puntos: 1-. Usted dura muy poco trabajando; se agota rápidamente. 2-. A veces no responde cuando se le necesita. 3-. No trabaja a menos que se le empuje. 4-. Después de un breve período de actividad se queda dormido y ya no responde. 5-. No muestra fidelidad a su centro de trabajo; siempre anda buscando la oportunidad de estar en otro. 6-. Deja de trabajar cuando más se desea que siga trabajando. Y, finalmente, 7-. Se jubila demasiado pronto. Por todo lo anteriormente dicho no se le otorga el aumento que solicitó. Firmado: La gerencia"... FIN.

MIRADOR

Por Armando FUENTES AGUIRRE

Me apené al verla llegar así, sin ropa, y casi no escuché cuando me dijo:

-Soy la verdad desnuda.

Volví la vista a todas partes, temeroso de que alguien me viera en esa compañía. La verdad, la verdad inquieta siempre. Y si se muestra así, desnuda, inquieta más. Sin mirarla le pregunté qué podía hacer por ella.

-Diga que hablar de ?la verdad desnuda? es incurrir en redundancia. La verdad es la verdad, ya se presente desnuda o con ropajes. Es la mentira la que necesita engalanarse a fin de parecer verdad.

Yo le iba a contestar:

-Eso que dice usted es la verdad desnuda.

Pero me contuve. Le dije simplemente:

-Eso que dice usted es la verdad.

¡Hasta mañana!..

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