Tres viejitos se hallaban en la estación del ferrocarril esperando la llegada del tren. Tan entretenidos estaban en su conversación que no advirtieron que el convoy había llegado ya, y sólo salieron de su distracción cuando el inspector dio el grito tradicional de ?¡Váaaamonos!?. Dos de los viejitos corrieron y muy apuradamente alcanzaron a subir al último vagón. Desde ahí se despidieron del que había quedado en el andén. Un empleado de la estación va y le dice al ancianito: ?No se apure usted, señor. Después de todo sus amigos pudieron tomar el tren, y en un par de horas sale el próximo?. ?Ahí no está el problema -replica acongojado el viejecito-. Ellos habían venido a dejarme a mí?... Aquellos esposos habían estado casados 40 años. Un día él le anunció a ella que su empresa había quebrado. Estaba en la ruina; no podía darle ni para comer. ?No te preocupes, mi amor -lo tranquiliza ella-. Desde que nos casamos puse en práctica un modo de ahorrar: cada vez que hacíamos el amor apartaba una pequeña cantidad de nuestros gastos diarios. Era como si depositaras una cantidad en el banco. Al paso de los años reuní una buena suma?. ?¡Fantástico! -exclama el marido jubiloso-. ¡Qué mujer maravillosa eres! ¡Me has salvado la vida, pues al verme arruinado pensé en quitarme la existencia! ¡Te amo! ¡Siempre supe que no me había equivocado al escogerte como la compañera de mi vida!?. Lleno de emoción se queda pensativo el sujeto y luego añade: ?Lo único que siento ahora es haber hecho tantos depósitos en otros bancos?... Tres peligros mortales hay en este mundo: 1-. Arrojarse a las cataratas del Niágara en una caja de cartón. 2-. Lanzarse desde lo alto del Empire State usando un paraguas a modo de paracaídas. 3-. (El mayor riesgo de todos) Transitar por la carretera Monterrey-Saltillo (o Saltillo-Monterrey, según la dirección del viaje). En efecto, circular por esa vía se ha vuelto ya peligro mortal. Es tan grande el flujo de vehículos, sobre todo de carga pesada, que la carretera no parece tal, sino avenida urbana congestionada en horas pico. Casi no hay día en que no ocurra ahí un accidente, generalmente de consecuencias graves. Suele ocurrir que tales eventualidades interrumpan la circulación a veces durante horas. Los perjuicios que eso causa son muy grandes; las pérdidas económicas cuantiosas. Cualquier trabajo de mantenimiento en esa arteria, añosa ya, trae consigo trastornos vehiculares de todo orden. Urge la construcción de una vía alterna que contribuya a desfogar el intenso tránsito que se registra ahí. Sé que existe un proyecto en tal sentido, pero no se advierten señales que indiquen que los trabajos van a comenzar. Esa obra no se puede postergar más. El tránsito de vehículos entre Saltillo y Monterrey es muy considerable; la vía que une a las dos ciudades ha quedado obsoleta, y de ninguna manera satisface los requerimientos de un tráfico creciente. La presente Administración ha cerrado ya las puertas y bajado las cortinas, pero ojalá el Gobierno de Calderón tome en cuenta como una de sus primeras obras la de esta nueva carretera, tan indispensable... Cierto individuo fue con un brujo y le pidió que lo librara de una tremenda maldición que alguien había echado sobre él y que lo había acompañado a lo largo de su vida, causándole infinito sufrimiento y aflicción. Le dice el brujo: ?Para quitarle esa maldición necesito conocer las palabras precisas que usó el que se la arrojó. ¿Recuerda usted esas palabras??. ?Con exactitud -responde el individuo-. Dijo: ?Y ahora, los declaro marido y mujer??... FIN.