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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Por CATÓN

Estoy empezando a creer que López Obrador es argentino. Mucha gente se refiere a él diciendo: "¡?che loco caón!". Bastante ridículito, en efecto, se vio AMLO con la banda presidencial de mentiritas que le pusieron hace días en el curso de la gira que hace para convertirse en gobernador tras bambalinas de Tabasco. El periódico "Reforma" publicó la fotografía en que López Obrador parecía personaje de opereta, y el retratado se enojó. Calificó de "empanizado" y "derechista" a ese diario, que publica sin cortes ni censura los artículos de algunos de sus más fieles correligionarios. Cuando AMLO se hizo designar Presidente por una muchedumbre reunida en el Zócalo, entró en el tinglado de la farsa y se expuso a ser objeto de irrisión. Cosa muy diferente habría sido si hubiese sido nombrado dirigente de un movimiento opositor de izquierda democrática. De esa manera habría podido influir legítimamente en las acciones de gobierno, en vez de romper, siquiera sea en modo simbólico, el orden constitucional. No sé si López Obrador haya pensado que él mismo se echó una soga al cuello con su acción: ¿cómo puede aspirar de nuevo a contender en una elección presidencial, si ya fue declarado "Presidente"? Se le aplicaría el lema revolucionario: "Sufragio efectivo; no reelección". La multitud erigida en "asamblea" de la llamada Convención Nacional Democrática le habría dado cualquier cargo, como aceptó sin chistar que Ímaz y Muñoz Ledo hubiesen recibido cargos de él a pesar de la sonora silba que se llevaron ambos. Esa Convención también era de mentirijillas; sólo privó ahí la voluntad omnímoda de López Obrador, que más que líder parecía ayatolah. No se queje, pues, el señor López de que la risa de la gente lo acompañe cuando ciña una banda que, sea del material que sea, será siempre de oropel... El Lobo Feroz irrumpe en la morada y dice a Caperucita con tono amenazante: "¡Vas a ver lo que haré contigo y con tu abuela!". "¡Conmigo haz lo que quieras! -gime la pequeña-, ¡Pero a mi abuelita no la toques". "Niña, niña -la reprende la abuela desde el lecho-. ¿Cuántas veces te he dicho que no debes contradecir a tus mayores?"... Una cierta candidata a alcalde hacía campaña en aquella paupérrima colonia. "¡Y le regalaré un Nintendo a cada niño!" -ofrece clamorosa. "¿Nintendo? -pregunta desolada una madre de familia-. Pero, señora: aquí los niños casi no comen". "¡Precisamente! -remacha la mujer, enfática-. ¡Para el que no coma no hay Nintendo!"... El señor cura iba en su bicicleta cuando vio a un niño afanándose con una cortadora de césped. Se detuvo y le preguntó: "¿Qué haces?". "Voy a cortar el césped" responde el chamaquito. "Precisamente me hace falta una cortadora -dice el sacerdote-. ¿Aceptarías cambiarme la tuya por mi bicicleta?". El muchachillo acepta el trato y toma la bicicleta del padre. Éste intenta echar a andar la máquina, para probarla. Tira una y otra vez del cordón de arranque, y el motor no enciende. El niño le dice: "Padre: si quiere que la cortadora funcione debe decir usted algunas maldiciones". "Hijo mío -suspira el señor cura-, hace tantos años que no digo maldiciones que ya se me olvidaron". "Siga tirando del cordón, padre -replica el muchachillo al tiempo que se alejaba en la bici-. Ya las recordará cuando tire 50 veces y el motor no encienda"... Lady Highrump regañó a su hijo por una expresión inapropiada que había utilizado. "Cuida tu lenguaje -le dijo con severidad-. Cuando nos asustamos, a nosotros no se nos pone la carne de gallina: se nos pone de cisne o pavo real"... La esposa de Corniliano lo felicitó. "¡Qué potente eres, Corni! -le dijo entusiasmada-. ¡Hace más de tres años te hicieron la vasectomía, y aun así resulta que estoy embarazada!"... FIN.

MIRADOR

Por Armando FUENTES AGUIRRE

HISTORIAS DEL SEÑOR PÉREZ Y DE SU

TRÁGICA LUCHA CONTRA LA BUROCRACIA

-Aquí estoy -le dijo El Funcionario del Estado al señor pérez.

El señor pérez volvió la vista a todas partes.

-¿Dónde está Usted? -preguntó con timidez-. No puedo verlo.

-Ahora estoy acá -se oyó la voz desde otro lado.

-¿Dónde, dónde? -se angustió el señor pérez.

-Ahí.

Ahora la voz parecía venir de otra dirección.

-¡No lo veo! -clamó desesperado el señor pérez-. ¡No puedo verlo!

-Y nunca me verás -dijo la voz-. Soy invisible para ti. Pero aunque no me veas sentirás mi presencia. Soy El Poder. No existo en realidad, pero en la realidad existo.

En efecto, el señor pérez sintió que quien le hablaba era muy grande. Y se hizo más pequeño.

¡Hasta mañana!..

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