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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

En mi ciudad se usaba en los pasados tiempos que la gente pobre tendiera a sus muertos en la humilde vivienda de la familia. Los dolientes dejaban unas monedas para ayudar a los gastos del entierro. Cuenta don José García Rodríguez, donoso narrador, que un hombre y su mujer no tenían para comer el día siguiente. Idearon que él se fingiera muerto: recogerían así algo de dinero y pasarían el apuro. Llegó un ebrio que era compadre del fingido difunto y se consternó al verlo tendido. Depositó una moneda de 20 centavos junto al petate donde yacía el hombre y preguntó luego con tribulada voz: "¿Pos de qué murió mi compadre, comadrita?". La mujer, que no había pensado aquello, dijo lo primero que se le ocurrió: "De un dolor de muelas". Declaró el borracho: "¡Uh! Se necesita ser muy pendejo para morirse de un dolor de muelas". Al oír eso el simulado muerto se encalabrinó. "¡Compadre! -exclamó con enojo enderezándose-. ¡Cada quien se muere de lo que le da su ch... gana! ¡Coja usted su desgraciado 20 y váyase a tiznar a su madre!"... Empédocles Etílez era ebrio consuetudinario. Cierto día entró borracho en el panteón del pueblo y cayó en una tumba recién abierta. Ahí se quedó dormido. Cuando despertó a media mañana se vio en la fosa y lo invadió el terror. Pero aún medio dormido, y crudo, Empédocles conservaba mayor capacidad de raciocinio que Ulises Ruiz y todos los miembros de la APPO puestos juntos. Sentose en cuclillas y reflexionó. "Consideremos con calma la cuestión -se dijo-. Hay dos posibilidades: o estoy vivo o estoy muerto. Si estoy vivo ¿por qué demonios estoy en una tumba? Y si estoy muerto ¿por qué ch... tengo tantas ganas de mear?".... La rica dama fue a visitar a su hijo casado. En la sala el nieto de la dinerosa visitante empezó a jalarle una pierna a su abuela. "¿Por qué haces eso, hijito?" -le pregunta con extrañeza la señora. Responde la criatura: "Es que dice mi mami que vamos a tener mucho dinero cuando tú estires la pata"... Murió don Renecio, hombre que en vida había sido muy latoso. Uno de los hijos creyó ver que su padre respiraba en el ataúd. Llamó a sus hermanos y les dijo: "¡Creo que papá está vivo! ¡Debemos sacarlo de la caja!". La viuda de don Renecio habló desde su silla: "Sáquenlo si quieren. Pero una cosa les digo: si está vivo, el que lo saque del cajón tendrá que hacerse cargo de él"... La gente del cine es gente de grandes ocurrencias. Por curiosidad me puse a buscar en libros que tengo sobre temas de cinematografía, y hallé las frases que algunos de los consagrados por Hollywood dispusieran para que se inscribieran en las lápidas de sus tumbas. He aquí algunas de ellas. Billy Wilder: "Dediqué mi vida al cine. Pero ¿quién no ha cometido algún error?"... Ed Wynn: "Diosito: Muchas gracias". Chico Marx: "No estoy"... Gracie Allen y George Burns: "Juntos otra vez"... Ernie Kovacs: "Nunca hice nada con moderación". Gene Autry: "Aquí descansa por fin el vaquero más querido en la historia. Un verdadero héroe americano, filántropo, patriota, veterano de guerra, estrella de cine, compositor, gran aficionado al beisbol, masón del grado 33, empresario de espectáculos, amante esposo. Todo un caballero, creyente en Dios y en Nuestra Herencia Occidental"... Finalmente, la inscripción en la lápida de la tumba de Frank Sinatra: "Y todavía falta lo mejor"... Pero, si de epitafios se habla, recordemos el que vio alguna vez Toño Irazoqui Juambelz, gran periodista y gran amigo, en un cementerio de Durango. Decía ese epitafio: "Aquí yace doña Fulana de Tal. Excelente madre. Esposa regular"... FIN.

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