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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

¿Usurpación la de López Obrador? Por favor, no dramaticemos. "¿Cadáver? -dijo un alcalde pueblerino al escuchar que alguien usaba esa palabra para aludir al cuerpo sin vida de un simple vecino del lugar-. Cadáver el de Juárez. Éste es un pin... muerto". Igual podemos decir nosotros en relación con AMLO: "Usurpación la de Victoriano Huerta. Éste es un pin... circo". Aturdido por la derrota que en su soberbia nunca vio como posible; obnubilado por su propia arrogancia y prepotencia; incapaz de entender la realidad y asimilar las cifras que le muestran el rechazo de que es objeto ya, Andrés Manuel López Obrador insiste en seguir por el camino de personalismo caudillista que escogió. Su toma de posesión ni siquiera tiene la nota de la ilegalidad: es una risible pantomima, una acción desatentada que carece del fundamento que el pueblo da a las causas en que cree. Acompañarán a AMLO en su tinglado los radicales extremistas de la vieja izquierda dogmática y totalitaria, algunos priistas frustrados -algunos de ellos restos del salinismo peor- que han transmitido a AMLO sus tácticas y procedimientos, y los tontitos útiles de siempre que no ven más allá de sus quimeras anacrónicas. (Permítanme un momentito para anotar eso de "sus quimeras anacrónicas", no sea que se me olvide y no pueda usarlo luego en un concurso de oratoria). Inaugura, pues, López Obrador, un segundo circo mexicano. El otro es el de Marcos, quien, para no dejarse quitar el sitio por el nuevo funámbulo, recorre el país con su troupe de guaruras extranjeros en un espectáculo cada vez más desairado, repitiendo necedades y lugares comunes. Del mismo modo que Marcos no representa a las etnias de México, tampoco López Obrador puede erigirse como adalid de los mexicanos pobres. No encabeza un movimiento social. Lo suyo es cosa de política, de mera búsqueda del poder. Carece de autoridad moral que respalde su pretensión de ser una especie de conciencia itinerante de la Nación. Las opacidades de su gestión en el Distrito Federal; su sistemática negativa a aceptar la transparencia como medio de control de sus actos de gobierno; el modo en que echó mano al presupuesto público para impulsar su proyecto personal; la indecencia de algunos de sus más cercanos seguidores, todo eso lo priva de un fundamento ético que dé consistencia a sus acciones. Pretende estorbar con ellas el gobierno de Felipe Calderón, y acotarlo en sus iniciativas. Pero una labor así, de control político, sólo puede lograrse a través de las instituciones -a menos que se recurra de plano a la violencia-, y esa vía institucional no la posee AMLO. La tienen, sí, los senadores y diputados perredistas, que cada vez en mayor medida se deslindan del desbocado liderazgo de López Obrador. Miremos entonces con módico interés la apertura de esta segunda pista en el circo de la farsa. Por concurrida que sea la función, será pura llamarada de petate. Los mexicanos hemos optado por la democracia, y repudiamos estos obsoletos modos de caudillismo autoritario. Queremos paz, orden público y seguridad para trabajar y buscar solución a los problemas nacionales. Todo lo demás es circo. El de AMLO, como el de Marcos, terminará por aburrir... En un congreso médico se discutía cuál es la enfermedad más cruel. Dijo uno de los congresistas, hombre de avanzada edad: "No sé cuál sea la enfermedad más cruel, pero sí puedo decir cuál es la más equivocada". "¿Equivocada?" -preguntó con extrañeza uno de los asistentes-. ¿Qué enfermedad puede estar equivocada?". Responde el maduro señor: "La artritis. Te endurece todas las partes, menos la que debería"... (No le entendí)... FIN.

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