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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El Ojo de Agua, barrio el más antiguo y tradicional de mi ciudad, Saltillo, ha sido pródigo en personajes ingeniosos. Uno de ellos fue don Francisco Gámez Cardona, llamado "La Gallina". Pajarero de oficio, fungía -según rezaba su tarjeta de presentación- como "Secretario General del Sindicato Nacional de Captores y Expendedores de Aves Canoras, de Ornato y Similares de la República Mexicana". Una vez le pregunté a don Pancho cómo apresaba las aves que vendía. "¿Cómo cree usted que las apreso?" -inquirió él a su vez. "Muy sencillo -respondí con suficiencia-. Les pone usted comida en una jaula. Entran a comer, y así las pesca". "Pues fíjese que no -me respondió-. Comida no les falta". "Ya sé -propuse entonces-. Pone usted en la jaula una pajarita. El instinto natural lleva al pájaro a acercarse a ella, y entonces lo captura usted". "Tampoco -replicó don Francisco-. A los pájaros, bendito sea Dios, no les faltan pajaritas, del mismo modo que -alabemos al Señor- a los hombres no nos falta compañera". Me di por vencido, pues, y le pedí que me dijera cómo capturaba las aves. "Es muy fácil -me explicó-. Para pescar un pájaro uso otro pájaro. Lo pongo en la jaula, y ahí empieza a cantar. De inmediato el pájaro que domina ese territorio viene a pelear con él para expulsarlo. Entonces lo capturo". No era la comida, pues, ni el sexo, lo que hacía que las aladas criaturas perdieran la libertad con que nacieron: era el instinto de la propiedad. De labios de aquel humilde pajarero aprendí entonces que eso que llamamos "propiedad" no es invención humana: deriva de la naturaleza. No es cosa de cultura, sino de natura. Que las exigencias de la vida en sociedad nos lleven a regular el tal instinto, del mismo modo que regulamos el de la sexualidad, eso es harina de otro costal. Don Francisco Gámez me enseñó que estaba equivocado Juan Jacobo cuando declaró que "Todos los males del mundo comenzaron el día en que un hombre fue lo suficientemente estúpido para decir: ?Esto es mío?, y los demás hombres fueron lo suficientemente estúpidos para creérselo"... Del Ojo de Agua era también doña Cholita, que hacía en la placita de San Francisco las mejores gorditas de este mundo, y muy posiblemente del otro. Las daba a 20 centavos cada una, en aquellos años en que los centavos valían. Un día me encontré con la novedad de que las gorditas ahora costaban 25. "¿Por qué?" -le pregunté a Cholita. "Es que subió el precio del azúcar, joven" -me respondió. "Pero las gorditas no llevan azúcar" -protesté. "No -concedió ella-. Pero mi cafecito sí". Una lección mejor de economía no habría podido darla ni Milton Friedman, que de Dios goce sin economías... A cuento viene este tan largo exordio para decir que el aumento en el precio de la gasolina seguramente impactará a los pobres, por la sencilla razón de que a los pobres les impacta todo. El tal aumento es resultado de los males de todo orden y desorden que hacen de PEMEX una empresa que no puede afrontar con éxito los retos de la modernidad. Reducto al parecer invulnerable de estatismo y de sindicalismo, Petróleos Mexicanos está atado a formas ya obsoletas que le impiden ser competitivo en un mundo de libre mercado y globalización. Y parece que la cosa va para largo, como dijo la recién casada cuando al empezar la noche de bodas advirtió que su flamante maridito ponía sobre la cabecera de la cama una de esas cosas que se usan para marcar los tantos en el juego de billar... Diferencia entre esposa y amante: 30 kilos. Diferencia entre esposo y amante: 30 minutos. (No le entendí)... FIN.

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