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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La caravana de pioneros iba en su dura jornada hacia el Oeste. Un guía indio los conducía a través de las Montañas Rocallosas. Al caer la noche el jefe del convoy hizo que las carretas entoldadas se colocaran en círculo. De pronto empezó a oírse el amenazante son de los tambores de guerra de los pieles rojas que habitaban la comarca. El jefe de la caravana, preocupado, le dice al guía indio: "No me gusta nada el sonido de esos tambores". "A mí tampoco -responde el individuo-. Pero parece ser que es lo que está de moda"... Un granjero tenía un oso domesticado. El plantígrado -me refiero al oso- dormía en el granero. Cierta noche llegó a la granja un viajero fatigado. El campesino le dijo: "Podrá usted dormir en el granero. Ahí no hay luz, ni siquiera de lámpara, de modo que deberá arreglárselas en la oscuridad. Le advierto que en el granero tengo un oso, pero no se preocupe usted: el animal es manso". Una hora después llegó un segundo viajero. "Vaya a dormir al granero" -autorizó el de la granja. Y le advirtió también lo de la falta de luz, y lo del oso. Pasaba ya la medianoche cuando llegó a la granja una muchacha de tacón dorado cuyo coche se había descompuesto. El granjero estaba ya dormido, de modo que por su cuenta la recién llegada buscó el abrigo del granero para dormir ahí. Cuando al día siguiente salió la mujer, el granjero, que se dirigía ya a ordeñar las vacas, se sorprendió al verla. Explica ella: "Me tomé la libertad de pasar la noche en su granero". El campesino le pregunta, inquieto: "Y ¿cómo le fue?". "No del todo mal -responde la muchacha-. Estaban ahí unos hombres, y me hicieron el amor. Dos me pagaron, pero el otro no debe haber quedado muy contento, porque se la pasó gruñendo y nunca se quitó el abrigo de piel"... Muchas definiciones se han dado de la palabra "democracia", desde los tiempos de Aristóteles hasta nuestros días. Parece atrevimiento añadir una más a las certeras frases acuñadas por Lincoln, Churchill y otros iluminados próceres. Pero no puede uno ir por la vida sin cierto desparpajo, pues caemos entonces en la insana tentación de la solemnidad pedante. Con esa desfachatez, entonces, digo que a mi entender la democracia -forma de gobierno alejada lo mismo de la dictadura que de la demagogia-, podría definirse así: "Es el gobierno de los pocos mucho en beneficio de los muchos poco". Los "pocos mucho" son esa minoría de privilegiados que poseen fortuna y saber, y que por tanto tienen capacidad de dirección. Los "muchos poco", en cambio, pertenecen a esa inmensa mayoría integrada por quienes no han tenido acceso a bienes económicos ni de educación, y que por eso no están en posibilidad de gobernar. Pues bien: por ética social -y también por instinto de conservación- a los "pocos mucho" les toca el deber de ejercer las tareas de gobierno en bien principalmente de los "muchos poco". Se trata de conseguir que la diferencia entre ambos grupos se vaya reduciendo todo lo posible, de tal manera que ni los "pocos mucho" sean tan pocos ni sean tantos los "muchos poco". El gabinete económico de Calderón parece un grupo de científicos en el sentido porfiriano de la palabra. No obstante eso, si a su saber añaden sentido de responsabilidad social; si se percatan de que las condiciones del país no admiten ya que se siga postergando la obra de justicia en bien de los mexicanos pobres, entonces su designación se justificará, y su acción podrá apartar a México de los riesgos que derivan de una situación de evidente y grande inequidad. Y ya no digo más, porque yo mismo me preocupé con mis palabras, y en mi mano la pluma está temblando... FNI... (¿Lo véis? Escribí FNI en vez de FIN)...

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