Aun en medio de la anarquía y el caos provocados por quienes son caóticos y anárquicos se efectuó ayer el protocolo republicano. Fueron cumplidas, como tenían que cumplirse, las solemnidades determinadas por la Constitución para que un Presidente electo rinda su protesta. Podía haber sucedido lo peor, y sucedió lo menos malo. El ala extremista y radical de PRD, los diputados y senadores porros, mantuvieron esa actitud cerril que tanto nos avergüenza e indigna; deslucieron el acto; mostraron otra vez su pertinaz obstinación para negarse al diálogo y a los acuerdos, pero no llevaron a cabo la intentona que habían anunciado, de impedir la toma de posesión del nuevo mandatario. Y es que dentro del mismo PRD se habían ya escuchado voces que condenaban la violencia y hacían un llamado a la razón. Los legisladores perredistas aceptaron la vigencia de las instituciones en el momento en que rindieron su protesta. Reiteran esa aceptación cada vez que cobran su mesada. Deben entonces mantenerse dentro de las instituciones, actuar conforme a la ley y no caer en el error de suponer que el fuero de que gozan los autoriza a apartarse de la legalidad y de las formas institucionales, pues el tal fuero es sólo para garantizarles la libre manifestación de sus ideas sin quedar sujetos por ello a coacción o represalia. Ojalá se percaten de lo estéril de sus procedimientos, asuman su responsabilidad de mexicanos y transiten por los caminos del ejercicio democrático, renunciando ya a sus ilícitos desórdenes. Todos ganaríamos con eso, incluso el PRD, tan deturpado ahora por la conducta incivil de esos malos elementos. Felipe Calderón merece elogio por no haber cedido un ápice ante las amenazas de tan irracional oposición. De haberse avenido a cambiar la sede en que debía efectuarse la ceremonia constitucional habría incurrido en una debilidad aun mayor que la de Fox cuando se doblegó en Atenco. Mostró entereza y energía el nuevo Presidente; la forma clara y firme como pronunció la fórmula solemne de protesta fue quizá seña para indicar que habrá solidez y decisión en su Gobierno. Los mexicanos están demandando esa actitud después de ver los nocivos efectos que traen consigo las omisiones en el ejercicio de la autoridad. Otro elogio corresponde a la bancada priista. Si bien los diputados y senadores del PRI se habían marginado del conflicto entre PAN y PRD, como si lo sucedido dentro de la Cámara fuese asunto ajeno a ellos, a la hora decisiva hicieron acto de presencia. Por ellos se pudo integrar el quórum necesario para realizar la ceremonia. El Presidente debe reconocer el buen sentido y la institucionalidad de los priistas. ¿Y López Obrador? Un prietito en el arroz, y nada más. Eso será también en el futuro. Con pie derecho, pues, inició su mandato Calderón. Camine ahora hacia la izquierda, tanto buscando la justicia como la reconciliación... Mañana domingo a las 13 horas, en la FIL de Guadalajara, presentaré mi libro "Juárez y Maximiliano: la roca y el ensueño", que ante mi mayúscula sorpresa se ha convertido en el éxito editorial del año: desde hace varios meses se mantiene como el libro más vendido. Contaré a mis amigos tapatíos cómo nació esa obra; diré cosas que nunca nos dijeron en el relato oficial de nuestra historia; hablaré de los mexicanos injustamente condenados al basurero del olvido, y de los personajes convertido en estatuas y que fueron -como nosotros- hombres de carne y hueso, y sangre. También narraré cosas de humor a fin de no incurrir en delito de solemnidad. Te espero, amiga querida tapatía, amigo jalisciense, para expresarte mi gratitud por ser de mis cuatro lectores y -si lo quieres- para poner unas palabras mías en tu libro. ¡Ahí nos vemos!... FIN.
