La esposa de Astatrasio le pregunta airada: "¿Qué significa esto de llegar medio borracho a tu casa?". Tartalea el beodo: "Significa que se me acabó el dinero"... En la posada navideña Uglicia le dijo a un joven y guapo compañero: "Si adivinas cuántos años tengo te doy un beso". Contestó el muchacho: "Tres mil años". Uglicia entonces lo besó golosamente al tiempo que le decía: "Bueno; años más, años menos..."... Un individuo bebía su copa, solitario, en la cantina. Con tono sombrío le cuenta al tabernero: "De mi mujer me gustaba una sola cosa, y cometí el error de casarme con toda ella"... Himenia Camafría y Celiberia Sinvarón, maduras señoritas solteras, caminaban por un oscuro y largo callejón. Dos sujetos empezaron a seguirlas. Cuando las alcanzaron uno de ellos les pidió, gemebundo: "Una monedita, por el amor de Dios, amables damas. ¡No hemos comido nada en todo el día!". Himenia se vuelve hacia su amiga y le dice: "Es inútil, Celiberia. Son limosneros, no violadores"... Don Hamponio llegó a su casa al amparo de las sombras nocturnales. Al entrar en la alcoba se quedó estupefacto al ver que su mujer estaba en el lecho conyugal con un mancebo. Antes de que don Hamponio pudiera reponerse de la sorpresa que le causó aquella visión inesperada le dice su señora: "Trata de comprenderme, Hamponio. ¿Cómo podía yo saber que hoy ibas a escaparte de la cárcel?"... El campeón mundial de ajedrez disputaba una feroz partida con una computadora. La implacable máquina urdió un gambito maestro, y el as del tablero cayó en él. Se dio cuenta de que no tenía escapatoria: el juego estaba perdido. Se levanta entonces de la mesa, va apresuradamente y con violencia desconecta el cordón eléctrico de la computadora. Luego regresa y le dice furibundo: "¡Jaque mate, caona!"... Llegó un náufrago a una isla desierta cuya extensión no llegaba a 100 metros cuadrados, y que tenía por toda vegetación una palmera. Ahí encontró a otro náufrago. "Llegué a esta isla hace 10 años" -le dice el que estaba ahí. Pregunta el recién llegado: "Y ¿qué tal es la vida en esta isla?". Contesta el náufrago, displicente: "Bien, en general, menos los domingos". Inquiere el otro: "¿Por qué menos los domingos?". Responde el náufrago: "No hay nada qué hacer"... Babalucas se estaba probando unos zapatos. Le pregunta al empleado de la zapatería: "¿En qué pie va este zapato, joven?". Le indica el muchacho: "En el izquierdo". Vuelve a preguntar Babalucas: "¿Y este otro?"... Dos viejecitos veteranos de guerra estaban platicando en su banca del jardín. "¿Recuerdas -le dice uno al otro-, que en el cuartel nos daban unas pastillas para bajarnos el deseo sexual?". Contesta el otro: "Sí, lo recuerdo". Suspira el primero: "Creo que ya me hicieron efecto"... ¿Era Juárez un héroe inmaculado, y Maximiliano un villano usurpador? No. Hombres de carne y hueso fueron ambos, capaces de grandeza y mezquindad. Miramón y Mejía ¿fueron traidores? Tampoco. Los dos fueron buenos mexicanos que amaron a su Patria y quisieron para ella lo mejor. Hoy hablaré de estos hombres, y de las mujeres que con ellos vivieron el tremendo drama que culminó en el Cerro de las Campanas. La cita es hoy a las 13 horas, en la FIL de Guadalajara, donde presentaré mi libro "Juárez y Maximiliano: la roca y el ensueño". Déjame decirte, con un poco de risa y un mucho de asombro, que este libro ha sido considerado por los libreros "el best seller del año". Ahí te espero, amiga querida, querido amigo tapatío. Nos encontraremos en ese mundo mágico de libros, donde se da el afecto como en el árbol se da el fruto... FIN.