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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La de orientar a la República es ímproba tarea. No sólo está muy lejos de mi caletre escaso: también muy lejos de mis méritos está. Desempeño esa labor en el mejor modo que puedo -Ad impossibilia nemo tenetur; nadie está obligado a lo imposible-, y todos los días cumplo tal misión, menos los jueves, que me voy al cine. Por eso hoy faltaré a mi deber, en la confianza de que mi ausencia no hará daño a la Nación. Después de todo, y eso lo entiendo bien, nadie es indispensable. Por eso no hablaré de política este día. Una cosa diré, sí. La Universidad Autónoma de Nuevo León, noble casa de estudios de la que por tantos motivos soy deudor, ha sido afortunada en estos años últimos. Tres magníficos rectores ha tenido en ininterrumpida sucesión: Reyes Tamez, Luis Galán Wong y José Antonio González Treviño, quien este día rinde su protesta para iniciar un segundo período al frente de la institución. Como en el caso de sus dos antecesores, la gestión del ingeniero González Treviño ha sido rica en frutos, y ha fortalecido y dado nuevo impulso a la Universidad nuevoleonesa, una de las mejores del país Desde hace muchos años he estado vinculado estrechamente a la UANL. Los universitarios nuevoleoneses me han distinguido con lo mejor de su generosidad, y me han dejado ser maestro huésped en sus aulas. Deseo al rector González Treviño el mejor de los éxitos en esta nueva etapa de su tarea rectoral, para prestigio de la Universidad y para bien de Nuevo León... En la fiesta las señoras estaban de un lado de la sala, los señores del otro. Una de las invitadas advirtió que su marido mostraba con las manos el tamaño de algo. Les comenta la señora a sus amigas: "O está exagerando el tamaño de un robalo que pescó, o está mintiendo acerca de sí mismo"... (No le entendí)... Cierto señor sufrió el robo de su cartera. Le dice el gendarme de la esquina: "Tendrá usted que presentar una denuncia ante la autoridad competente". "Va a estar caón -masculla el señor, malhumorado-. Aquí todas son incompetentes"... Esta mujer, Planilia Sinada, carecía de busto significativo. Su región pectoral era tábula rasa. Tan escasa materia prima tenía en la región de proa que los cirujanos plásticos especializados en crear tetámenes se declararon incapaces de darle tratamiento. Planilia sufría mucho, desde luego. Lloró desconsoladamente cuando leyó esta frase de Balzac: "Una mujer sin senos es como una cama sin almohada". Una noche fue a un restorán especializado en comida china. Tomó una galletita de la buena suerte y leyó en ella: "Te afliges porque no tienes busto. Pero ha llegado el remedio a tu carencia: cada vez que alguien te diga la palabra ?Perdón? tu busto crecerá una pulgada". En ese instante Planilia oyó sonar su celular. Era una compañera de oficina. "Hoy estuve de mal humor contigo -dice la que llamaba-. Te pido perdón". Llena de júbilo Planilia sintió una elevación en su árida comarca. Se acerca un cliente y le pregunta: "¿No es usted la señorita Fulana?". "No". "Ah, perdón". Planilia sintió que otra pulgada se añadía a su capital torácico. Se levantó para ir al baño y confirmar ante el espejo su fortuna. Un caballero se le adelantó sin querer, y le dijo. "Perdón".¡Una pulgada más! Tras de certificar que el antes desolado valle empezaba a tener ya dos atractivas colinas, volvió Planilia a su mesa. En el camino un mesero tropezó con ella. "¡Perdón, señorita! -se disculpa confuso el camarero-. ¡Mil veces perdón!". Al día siguiente apareció una nota en el periódico: "Mesero chino muere aplastado contra la pared"... FIN.

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