El anuncio de un recorte al presupuesto de las universidades hizo surgir de nueva cuenta el ya viejo conflicto teórico entre las universidades públicas y las privadas. Voy en seguida a proponer un modo de resolver ese aparente antagonismo. Antes, sin embargo, procederé a narrar un breve cuentecillo. Suplico a las universidades que me esperen... El hijo de Capronio le pregunta a su rufianesco padre: "¿Por qué, papá, si tú eres tan lampiño yo tengo bigote?". Contesta el vil Capronio: "Es que saliste a tu mamá"... Suele suceder que al comparar las universidades públicas con las privadas se adopte un criterio maniqueo según el cual la universidad pública es por esencia mala y la privada es por naturaleza buena. Desde luego ese criterio es falso: hay excelentes universidades públicas, como hay también universidades privadas con calidad ínfima. Ciertamente entre las universidades públicas hay algunas de las cuales se han apoderado todos los vicios de la politiquería y el burocratismo. En ellas la autonomía es pretexto para encubrir holganzas, proteger maleantes y apapachar fósiles. Pero del otro lado hay instituciones de educación privada que son meras empresas mercantiles, fábricas de dinero sin contenido alguno de humanismo, donde la educación es una mercancía y el educando un cliente. Yo digo que tanto la universidad pública como la privada, tomadas ambas en su generalidad, mejorarían mucho si la universidad pública se hiciera un poco privada y la universidad privada se hiciera un poco pública. Me explicaré. Si las universidades públicas hicieran que los estudiantes pagaran algo, siquiera fuese una cantidad simbólica, por la enseñanza que reciben, tanto los alumnos como sus padres podrían exigir mejor calidad educativa, y que no se perdiera el tiempo en huelgas o desórdenes. Y si las universidades privadas hicieran más amplio y generoso su sistema de becas -es decir si se hicieran más públicas- se quitarían el estigma de elitistas que algunas de ellas tienen. Sé que lo dicho es modo simple de tratar algo complejo. Pero si me vuelvo complejo después me pongo simple. En todo caso el Estado debe alentar y proteger ambos sistemas de educación -el público y el privado-, pues los dos son de importancia para México. Cumplido por este día mi deber de orientar a la República, puedo pasar a otro tema. Sigue ahora un cuento de color subido. Las personas que no gusten de leer cuentos de color subido deben saltarse en la lectura hasta donde dice "FIN"... Cierta vez ante un médico famoso llegose un hombre de mirar sombrío. "Doctor -dijo al facultativo-. Tengo un problema de carácter sexual. La naturaleza se mostró avara conmigo en materia de anatomía viril, y a causa de tan escasa dotación no satisfago en el acto amoroso a mi mujer". "Dígame usted -inquiere el médico-. Cuando bebe cerveza ¿la bebe oscura o clara?". Desconcertado al oír esa pregunta, sin relación con la insuficiencia que sufría, el individuo acierta a responder apenas: "Bebo cerveza oscura". "He ahí la causa de su dificultad -dictamina el discípulo de Hipócrates-. La cerveza oscura hace que las partes pudendas se achiquen, se empequeñezcan, se estrechen, se contraigan. Empiece a beber cerveza clara y verá cómo desaparece su problema". Unos meses después volvió el sujeto al consultorio. Ahora lucía una radiante sonrisa de satisfacción. Le dice el doctor muy orgulloso: "Por su expresión adivino que le dio buen resultado la cerveza clara". "Ningún resultado me dio beberla -replica el individuo-. Mi parte natural sigue siendo tan menguada como siempre". "Y entonces -se sorprende el médico- ¿por qué se le ve tan feliz y satisfecho?". Responde el tipo lleno de felicidad: "Porque tengo a mi esposa a dieta de cerveza oscura"... (No le entendí)... FIN.