Capronio, majadero individuo, viajaba en la litera alta en el vagón dormitorio del tren. En la litera baja iba una guapa chica. Fingiendo demencia Capronio bajó el brazo y con la mano exploró cumplidamente los turgentes encantos de la chica. Ella, indignada, protestó por aquellos torpes tocamientos. ?¡Qué pena, señorita! -dice Capronio con simulada confusión-. Es que cuando estoy en mi casa, con mi esposa, antes de dormir tengo la costumbre de revisar abajo de la cama?. Le dice con acritud la chica: ?Y es la primera vez que encuentra a una mujer ¿verdad??... Propongo que a este hombre se le aplique la pena capital, con tal de que no sea tan grave. O castigo de azotes: mil, al menos, propinados por un impío sayón escogido entre los más vesánicos del gremio. Si no, entonces pido para él prisión durante un tiempo que no podrá ser menor de 90 años ni mayor de 400. ¿Qué hizo este hombre? Le dijo a un niño de cuatro años que Santa Claus no existe. Eso es matar en un pequeño algo muy grande: la fantasía. Es talar de raíz lo mágico en su vida; es robarle a mansalva la ilusión. Existe Santa Claus, claro que sí. ¿Cómo no voy a saberlo yo, que cuando niño, en Nochebuena, le dejaba en la mesa del comedor de mi casa un vaso de leche con buñuelos, y a la mañana siguiente ni los buñuelos ni la leche estaban ya? Existe Santa Claus, claro que sí. Tiene barba blanca, viste de rojo y llega en un trineo tirado por renos. Pero todo eso nada importa. Lo importante es que existe. Y seguirá existiendo mientras existan niños, y papás -y abuelitos- de los niños... En el bar un tipo solitario levanta su copa y brinda: ?-¡Por los triunfos de las Chivas!? Pide después otra copa y grita dirigiéndose a todos los presentes: ?-¡Por las derrotas de las Chivas!?. Luego pide otra copa y levantándose brinda otra vez: ?-¡Por los empates de las Chivas?. El cantinero, que veía le dice a un parroquiano: ?-Eso es lo que me gusta de este negocio. Siempre hay motivos para brindar?... ?-Anoche le hice el amor seis veces a una mujer? -dice un tipo a sus amigos-. ?-¡Caray! -exclama con envidia uno. ¡Como me gustaría a mí poder decir lo mismo!?. ?-Podrías -interviene otro-, si fueras igual de mentiroso?... ?-No sé qué me pasa, doctor -dice muy preocupado el señor a su siquiatra-. Cuando una mujer me insinúa que quiere hacer el amor conmigo se me erizan los cabellos en la nuca, siento un terror irrefrenable y escapo corriendo?. ?-¿A qué atribuye usted tan extremada reacción??. -inquiere el analista-. ?-No sé, doctor -contesta el individuo-. Quizá se deba a que esa mujer es mi esposa?... Doña Gorgolota fue con el empresario de pompas fúnebres y le pidió un presupuesto para incinerar el cuerpo de su esposo. Le dice el hombre: ?-No me enteré de que murió su esposo, señora. Mis más sinceras condolencias?. ?-No ha muerto todavía -responde Gorgolota-, pero me acabo de enterar de que no tiene seguro de vida, solamente contra incendio?... Doña Uglicia y su marido, don Remisio, fueron de vacaciones a Acapulco. Esa noche se asoma ella por la ventana, ve el cielo tachonado de estrellas y profiere luego con sugestivo acento al tiempo que iba hacia su marido: ?-¡Qué noche tan romántica!?. ?-¡Ah, no! -protesta apresuradamente don Remisio-. ¡Estoy de vacaciones!?... Llega el señor a la librería y pregunta a la encargada, una mujer de aspecto dragontino: ?-¿Tiene usted ?El Cardenal?? ?. ?-No, -responde la salamanquesa-. No manejamos libros católicos?. ?-Perdone usted -aclara el caballero-. Este libro trata del pájaro?. ?-Pornografía menos? -replica la mujer con hosquedad-. FIN.
