En la tienda de departamentos un Santa Claus oía las peticiones de los niños. Pepito le dice: "Quiero una bicicleta, una pista electrónica, un traje espacial, un tren, una grabadora, una videocasetera, una computadora, un balón de futbol americano, un carrito de control remoto, una bolsa de chocolates, un rompecabezas, un trompo, una calculadora y un reloj?. Santa Claus se sonríe. "Creo que estás pidiendo mucho -dice a Pepito-. Les preguntaré a tus papás cómo te portaste, a ver si realmente mereces tantas cosas?. "Vamos a transar -le contesta Pepito-. No preguntes nada y tráeme nada más la computadora?... "Cómase otro tamalito, compadre" -le ofrece la señora al invitado en la cena de Nochebuena. "No, gracias, comadrita -responde el aludido-. Ya me he comido seis". "Se ha comido ocho, compadre -replica la mujer-, pero de cualquier modo cómase otro"... La señora celebraba su cumpleaños. Su marido, electricista de oficio, le dice en broma: "Ten cuidado ahora que llegaste a los 40, vieja. A lo mejor me decido a cambiarte por dos muchachas de a veinte?. "Ni se te ocurra -le responde ella-. Si ya casi no tienes corriente para mí, menos te vas a poder adaptar a 2-20?... El señor se salió del trabajo antes de tiempo debido a que se sentía algo mal. Fue a su casa, e iba ya a meterse en la cama cuando alguien llamó a la puerta. Se asoma el señor por la ventana y ve a un tipo. "¡Qué lata! -le dice a su señora muy molesto-. Es el vendedor ése tan necio. Dile que no estoy?. La señora, nerviosamente, fue a cumplir la orden. El señor entonces abre el clóset para sacar su pijama. Ahí ¡oh sorpresa! estaba un individuo. Antes de que el señor pueda articular palabra le dice el tipo: "Qué vendedor tan terco ése, ¿verdad? Tampoco yo hallo ya dónde esconderme de él?... Días son éstos muy propicios para expresar los buenos sentimientos que viven siempre en el corazón de los humanos. Aun en silencio pronunciamos otra vez las palabras que, dichas hace dos mil años, siguen vivas a lo largo de la Historia: "Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". Ojalá esa paz siga entre nosotros, para en ella seguir buscando nuestro bien y el de nuestro país. El que esto escribe da gracias a sus cuatro lectores, que cada día le administran el santo sacramento de la bondad humana al leer con afecto, comprensión y tolerancia sus mal hiladas líneas. Por ellos y para ellos labora el escribidor, y a ellos está dedicado su cotidiano afán. ¡Gracias, y feliz Nochebuena!.. Santa Claus se disponía a salir de su casa para cumplir su anual tarea de repartir juguetes a los niños del mundo. La señora Claus le dice con tono agrio a la vecina que la visitaba: "Ahí va otra vez. Ya sé que no regresará en toda la noche. ¡Y si vieras las ridículas historias que me cuenta para justificar su parranda!"... Sonó el teléfono, y la señorita Himenia Camafría, célibe madura, levantó la bocina. Se oye una voz de hombre: "Mi vida: prepárate, por favor, pues iré por ti para disfrutar una cena con champaña. Bailaremos hasta el amanecer, y luego iremos a tu casa y haremos el amor frente a la chimenea encendida". La señorita Himenia dice desconcertada: "No tengo chimenea en mi casa". El que llamaba, igualmente confuso, le pregunta: "Perdón, ¿a dónde llamo?". "A la casa de Himenia Camafría" -responde ella. "Caramba -se apena el hombre-. Me equivoqué de número. Perdone usted". Dice entonces la señorita Himenia llena de aflicción: "¿Eso significa que ya no va a venir?"... Don Geroncio, señor de edad madura, fue a una casa de mala nota y contrató los servicios de una de las señoras que ahí profesaban el muy antiguo oficio de las daifas. Con ella se dirigió a uno de los habitáculos o accesorias del local. Pasó una hora; pasaron dos y tres, y la pareja no salía del aposento. La dueña de la negociación, inquieta, va y da unos discretos golpecitos en la puerta. Pregunta: "¿Se puede?". Desde adentro responde con voz feble don Geroncio: "Se trata"... FIN