Difícil fue el año que se va. Difícil, vaticinan algunos, será también el año que ya viene. Sin embargo, con todos los males, problemas y sobresaltos que en el 2006 se presentaron aquí estamos, y así vamos viviendo. Por encima de la azarosa vida política y la precaria vida económica de la República los mexicanos conservamos el gusto de la vida, y nada nos puede arrebatar el gozo que deriva de nuestros afectos y nuestras alegrías. Eso se mostró en las pasadas fiestas, que casi todos celebramos como si fuéramos habitantes de una Jauja. Quizá debamos aprender, es cierto, que la riqueza verdadera no consiste en tener mucho dinero, sino pocas necesidades qué satisfacer. A eso se le llama templanza, virtud cardinal muy olvidada que nos permite estar contentos, es decir, contenidos en un límite sano, en esa aurea mediocritas que los latinos postulaban. No es la tal aurea mediocritas -según mediocre traducción- una mediocridad aceptada con resignación, sino un dorado justo medio que nos aleja de extremos perniciosos y nos pone en armonía con el mundo, con la vida y -sobre todo- con nosotros mismos. Así pues, nada de lamentaciones; nada de augurios catastróficos. Tenemos vida, y eso es el principio de todo. Sigamos el camino, pues, constantes en la acción y en la esperanza firmes, y procuremos todos ser mejores cada día y trabajar un poco más por nuestro bien y el de nuestras comunidades. Sólo eso nos pide nuestro país en la hora actual. No tenemos derecho a darle menos... Después de este mensaje (gratuito) de motivación voy a narrar algunos chascarrillos... El profesional de seguros entrevistó al agente de ventas en la sala de su casa. Le ofrecía un seguro de vida, pero el hombre rechazaba todos los argumentos de venta. Finalmente el vendedor recurrió al resorte sentimental "¿Se ha preguntado usted -dice al viajante-, qué hará su esposa el día que usted emprenda el viaje que no tiene retorno?". Contesta el tipo: "Supongo que simplemente ya no se esconderá para hacer lo que hace ahora que emprendo viajes que sí tienen retorno"... Un mes después de las celebraciones de Navidad y fin de año la secretaria dijo en la oficina que sentía antojo de aceitunas con fresas. El jefe y tres empleados se preocuparon mucho... Hubo un juego de futbol para muchachas. Al terminar el partido estaban las jugadoras en las regaderas cuando entró el árbitro. Todas empezaron a gritar y a taparse lo que podían con lo que podían. Les dice el árbitro con una gran sonrisa: "¿Por qué se tapan, muchachas? ¿No decían en el juego que estoy ciego?"... Astatrasio Garrajarra, el borrachito del pueblo, fue a la iglesia y le pidió a la Virgen que le hiciera el milagro de mandarle algunos pesos, pues andaba muy apurado de dinero. Volvió al día siguiente, pero sucedió que por la Navidad el señor cura había quitado a la Virgen para poner en su lugar al Niño Dios. Lo mira el temulento y le pregunta: "Oye, chamaco: ¿no te dejó tu mamá unos centavos para mí?"... La señora llegó a su casa y sorprendió a su esposo en brazos de una guapa chica. Explica el tipo: "Vino a pedir algo de comer. La vi tan hambrienta que la pasé y le di de cenar. Traía unos zapatos tan gastados que le di unos que no te has puesto nunca. Su suéter estaba tan raído que le di uno que no usas desde hace varios años. Su pantalón lo traía ya lleno de parches, y le regalé uno que ya no te pones. Ya se iba, pero entonces se dio la vuelta y me preguntó: "¿No tiene alguna otra cosa que su señora ya no quiere usar?"... El maduro señor le cuenta a su esposa: "El doctor me dijo que estas vitaminas me quitarán diez años de encima". "Que no te los quiten de encima -responde secamente la mujer- Que te los quiten de abajo"... FIN.
