Al loquito del pueblo le daba por salir a la calle en peletier, quiero decir sin ropa alguna, corito, nudo, en cueros. Ni amenazas ni castigos habian podido quitarle esa costumbre que causaba zozobra a los vecinos, pues cuando menos lo esperaban aparecía el enajenado mostrando sus vergüenzas con la naturalidad de Diógenes. Así echó a perder la procesión de Corpus, dio al traste con la visita del Gobernador y disolvió el lucido cortejo de bodas de Placebita, la hija del boticario. Al alcalde se le ocurrió una idea. Hizo que dos gendarmes llevaran al orate a su presencia, y cuando lo tuvo frente a sí le dijo tratando de hablar con naturalidad, pues al estar de pie ante el escritorio el adánico demente había puesto sus tiliches sobre un oficio de la Federación: "Mira, Ranito: al pueblo le hace falta un poco de color local. Te voy a dar 50 pesos diarios si sales todos los días a la calle vestido de charro. El Municipio te proporcionará el atuendo, y gozarás las prestaciones de ley". El loquito aceptó con gusto aquel ofrecimiento, y al día siguiente el vecindario suspiró aliviado, pues el tal Ranito apareció vestido con el gallardo atavío nacional, y ya no tilineando como siempre. El alcalde fue objeto de alabanza por la feliz idea, y en la siguiente junta de Cabildo los regidores de su partido pidieron un voto de aplauso para él. Pero llegó el domingo, y cuando la gente salía de misa de 12 el fementido orate se apareció otra vez en cueros, como Dios lo echó al mundo. Ni siquiera llevaba el galano sombrero de castor ni los botines con sonoras espuelas que le compró el alcalde. Acudió éste a todo correr y preguntó a Ranito con explicable enojo: "¿Qué no te estoy pagando, loco macana, por salir a la calle en traje charro? ¿Por qué andas ahora así, encuerado?". "Porque es domingo -respondió el loquito-, y el domingo no se trabaja"... Andrés Manuel López Obrador parece estar ahora a la defensiva. No es ya aquel AMLO indestructible que decía ser. Ciertamente el candidato perredista ha bajado en los índices de popularidad, en tanto que su rival del PAN, Felipe Calderón, está subiendo en forma consistente. La evasiva actitud de López Obrador en relación con los debates habrá de costarle votos, pues no proyecta buena imagen quien con altanero desdén se niega a asistir a esos encuentros y conculca de ese modo el derecho de los ciudadanos a contrastar las personalidades y opiniones de los diversos candidatos. Mientras eso sucede -o deja de suceder- con AMLO, Calderón asume con mayor vigor su campaña, y eso se refleja en las encuestas, algunas de las cuales lo muestran ya al parejo con López Obrador, y hasta con ventaja -aunque pequeña- sobre él. AMLO ha caído en el error de la soberbia, y esa equivocación suele ser fatal en cosas de política. Todavía faltan meses para el día de la elección. En ese tiempo muchas cosas pueden suceder, sobre todo cuando la campaña de López Obrador se ha vuelto una serie de monótonas repeticiones y una iteración constante de las mismas desorbitadas promesas que ya hasta los propios partidarios de AMLO consideran de imposible cumplimiento... Tres cosas que nadie NUNCA debe decir en un bautizo: 1-. "La verdad, no es tan feo como dicen". 2-. "¿Por qué no lo patentan?". 3-. "¿No han pensado en donarlo a la ciencia?". Tres cosas que nadie NUNCA debe decir en un velorio: 1-. "¡Muchos días de éstos!". 2-. "Y dicen que mala yerba nunca muere". 3-. "El muerto al pozo y el vivo al gozo, ¿no cree usted, comadrita?". Lo que nadie NUNCA debe decir en una noche de bodas. Ella: "¿Y mi dinero?". Él: "Carajo, para ser noche de estreno la entrada estuvo muy floja"... FIN.