EL UNIVERSAL-AEE
MÉXICO, Df.- En los últimos dos meses siete personas han sido decapitadas en los estados de Guerrero, Michoacán y Baja California, en su mayoría mandos policiacos, cuya muerte tiene el sello de la nueva generación de sicarios de los cárteles de Sinaloa y del Golfo, que han sido reclutados como parte de una lucha por el control de los territorios para el trasiego de droga.
Un informe de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), revela así que estos crímenes son una de las expresiones de la guerra entre sicarios: pandilleros de la ?Mara Salvatrucha? reclutados por el Cártel de Sinaloa y kaibiles -un centenar de ex militares guatemaltecos-, que trabajan para el Cártel del Golfo.
Una lucha que tiene como escenario los estados de Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Baja California, Chihuahua, y que en los últimos meses también se ha extendido a otros puntos del país como Veracruz y Tabasco, en un intento de las dos organizaciones criminales, por consolidar una alianza con los narcotraficantes colombianos.
El documento detalla, que en octubre de 2004 la Procuraduría General de la República (PGR) confirmó la existencia de integrantes de la ?Mara Salvatrucha? dentro de la organización del Cártel de Sinaloa, a partir de la ejecución de cinco de estos pandilleros en Nuevo Laredo, Tamaulipas, quienes fueron ejecutados y mutilados en una casa de seguridad, donde los asesinos dejaron mensajes a Joaquín ?El Chapo? Guzmán, ?es el primer hecho violento con este tipo de características?, se indica.
Mientras que en septiembre de 2005, con la detención de cuatro ex kaibiles en territorio mexicano, se tuvieron los primeros indicios de su asociación con el Cártel del Golfo. Un mes después, el titular de la SIEDO, José Luis Santiago Vasconcelos, confirmó que 30 de ellos recibían 700 dólares a la semana como pago para entrenar a los nuevos ?zetas?, ahora suman un centenar de ex militares ex guatemaltecos al servicio de la organización.
En este contexto, el 20 de abril pasado, el comandante de la Policía Municipal de Acapulco, Mario Núñez Magaña y un policía ministerial fueron ejecutados. Sus cabezas fueron exhibidas en las oficinas de la Secretaría de Finanzas en el puerto, un crimen que de acuerdo con el subprocurador, pudo ser perpetrado por kaibiles, por el tipo de arma utilizada en la decapitación.
Un mes después, el 14 de mayo, en Michoacán fue secuestrado y decapitado el abogado Héctor Espinosa Valencia, quien se caracterizó por defender a narcotraficantes; el reporte de SIEDO indica que el crimen tiene el sello de los ?maras?, quienes el 21 de septiembre de 2005 en Guatemala, masacraron a 12 menores en una correccional de ese país, donde dos de las víctimas fueron decapitadas.
Las últimas ejecuciones que se les imputa, realizadas con la misma técnica, es la de tres policías en Tijuana, Baja California esta semana, aunque autoridades locales aseguran que no existe presencia de ?maras? en la entidad; sin embargo, el documento de la SIEDO indica que operan para ?El Chapo? Guzmán en Baja California, Tamaulipas y Chihuahua, donde no sólo vigilan los cargamentos de droga, sino que cumplen funciones de sicariato, conformándose en ocasiones como pago con ?unas cuantas dosis de droga?.
