POR MIRIAM GONZÁLEZ
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Con actuaciones sin fuerza, voces desafinadas y una orquesta sin armonía, se presentó El Fantasma de la Ópera en el Teatro Isauro Martínez.
Tan desatinado fue el montaje de este famoso musical, que muchos asistentes optaron por abandonar la sala del teatro mucho antes del intermedio, situación que se repitió en las dos funciones que ofreció la compañía el viernes pasado.
Originalmente, se había informado que serían artistas de la Compañía Nacional de Ópera, así como del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y del Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes (Conaculta) los que estarían a cargo de la puesta. No obstante, trascendió que venían de Chihuahua, aunque no se supo el nombre de la compañía ni de los actores, ya que ni siquiera se entregaron programas de mano, como se acostumbra en este tipo de espectáculos.
Desde la primera escena empezaron las fallas, cuando se escucharon las primeras notas a cargo de la orquesta instalada en el foso, sin armonía y hasta un tanto desafinadas. Luego apareció un grupo de niñas de ballet, simplemente para ocupar un espacio en el escenario y sin saber bien a bien lo que iban a hacer.
La actriz que interpretó a Carlotta fue de lo rescatable, pues demostró más fuerza de interpretación y una mejor voz que la protagonista Christine, y que hasta el mismo Fantasma, a quien pocas partes del diálogo se le entendieron, pues se escuchaba demasiada interferencia de su micrófono.
Otro de los desaciertos fue el vestuario, que distaba mucho de parecer de finales del siglo XIX, época en la que está ambientada la historia. Más bien parecía que los personajes estaban listos para ir a una boda actual. Tampoco la escenografía fue la más acorde y vistosa, a excepción de la guarida de El Fantasma, que fue un poco más elaborada.
El público lagunero está acostumbrado a espectáculos de primer nivel y sabe reconocer cuando tiene calidad en frente, por eso muchos de los que asistieron a las presentaciones de El Fantasma de la Ópera abandonaron el teatro antes de que las funciones terminaran, y hubo quienes se acercaron a las taquillas para reclamar la devolución de sus entradas.
El descontento fue generalizado y no faltó quien comentara que una obra de teatro escolar hubiera estado mejor que lo acababa de ver. Definitivamente, no fue la mejor adaptación del musical inmortalizado por Andrew Lloyd Webber, basado en la obra de Gaston Leroux.
