El portero Oswaldo Sánchez se quebró de emoción y celebró de rodillas mientras sus compañeros le dedicaban con afecto la victoria sobre Irán por 3-1 en el estadio de Nuremberg.
NÚREMBERG, ALEMANIA
EFE
Las manos a Oswaldo dirigidas al cielo en memoria de su padre recientemente fallecido en México, y el abrazo de Pavel Pardo, su compadre, resultaron la imagen perfecta de esta victoria que el portero mexicano había deseado tanto.
El padre de Oswaldo ya no pudo verlo como titular en un Mundial, después de que su hijo había sido suplente en Francia 1998 y en Corea-Japón 2002.
Los jugadores mexicano se volcaron en su alrededor en señal de solidaridad y de victoria, firmada con un par de goles de Omar Bravo y otro más de Antonio Naelson, Zinha.
Oswaldo llegó la noche del sábado a Nuremberg después de hacer un viaje relámpago a México para asistir a los funerales de su padre Felipe Sánchez, y fue recibido en el campo con aplausos y gritos de apoyo de los aficionados mexicanos en el estadio de Nuremberg.