La proliferación de las llamadas tienditas, o puntos de venta al menudeo de toda clase de sustancias ilegales -y el creciente mercado de consumo de drogas que supone- así como los crecientes niveles de violencia e inseguridad atribuidos directa o indirectamente al crimen organizado, es un asunto que a todos preocupa, pero a muy pocos ocupa. Versiones, justificaciones y hasta deslindes van y vienen, mientras la sociedad en su conjunto se encuentra inmersa en un proceso sistemático de aceptación y/o tolerancia hacia un fenómeno que nos resultaba extraño, ajeno, hasta hace un par de décadas.
Si no hay demanda, difícilmente habrá oferta. Si las drogas corren literalmente por las calles es que hay ciudadanos (por las razones que fueran) que las buscan para comprarlas y luego consumirlas. Entonces, habría que reconocer al menos dos grandes vías que podrían explicar al fenómeno tal y como lo sufrimos los mexicanos actualmente: por un lado la corrupción e ineptitud de las autoridades y por el otro a una sociedad que explora los límites de su tolerancia hacia una actividad delictiva que por añadidura, mina la salud física y mental de su población.
El delegado de la PGR en el estado de Coahuila, Tranquilino Juárez Ortega, dice que: “el ‘narcomenudeo’ está en los mismos límites que cuando nosotros llegamos, ni se ha incrementado ni también consideramos que haya disminuido”. Sobre esta afirmación, sobra señalar que voces representativas de los laguneros simplemente están en desacuerdo.
Sin embargo, el mismo funcionario pone el dedo en la llaga cuando sentencia que “si nos dedicáramos a agarrar a todos (los delincuentes) aún así no se acabaría el problema, surgirían otros, nosotros hacemos lo que nos marca la Ley, investigar y perseguir el delito, pero no debe ser toda la carga para nosotros, es cierto que nos compete hasta ahorita antes de las reformas, pero no deben dejarle todo a PGR, en cualquier parte del mundo, no nada más en México si no nos ponemos trabajar todos en equipo no se va lograr nada”.
Y efectivamente, si la sociedad no asume su corresponsabilidad en la lucha contra el “narcomenudeo” y específicamente contra las adicciones, el problema seguirá creciendo, en sus dos grandes vías.
