La fama le viene al galgo y al pueblo de México se le llama “la raza de bronce”, no por aquello del color de la piel, sino por el aguante que por 600 años hemos soportado, desde la Conquista y su bárbaro sometimiento de sangre y religioso, sin olvidar que aún a la fecha somos conquistados por cualquier oferta comercial, doméstica o extranjera ya sea cantantes, deportistas, comerciantes, charlatanes, toreros, artistas...
Sin embargo, esta conquista no pasa de ser una vitrina de surrealismos y paradojas porque el problema lo tenemos aquí con una lesiva carga y un destino testamentario cumplido y que por muchos años no nos hemos podido sacudir y como están las cosas se ve difícil quitarnos de encima y ese destino de fatalidades y malos presagios que es la clase política (la llamada “casta divina” en México).
El pueblo paga, el pueblo es quien sufre los atracos de estos malandros que nunca vienen solos siempre en gavilla como la Revolución (1910-1920) después de esa revuelta comenzaron los héroes, bandidos, caudillos y hasta asesinos con la consigna siempre de que “el de atrás paga”.
El salto se da a la modernidad y como buenos copiadores los gobernantes mexicanos implantan programas obsoletos y la mejor forma de sacarlos adelante es pedir prestado, avalados por un pueblo manso y apático entretenido con las novelitas de color de rosa, noticias amarillistas, la religión y desde luego el deporte del hombre el futbol y la mexicana alegría (la cerveza), sin descartar a las mujeres y hombres que se esfuerzan y estudian, con los apuros de la vida que no da tiempo para pensar, con los inmigrantes y los miserables pasa lo mismo: en su ansia de quitarse la piel de miseria que como tatuaje está pegada y cuando hay hambre las ideas no entran a la cabeza, el instinto es el que manda, después siguen las circunstancias de la que sin duda estamos hechos los mexicanos.
México debe mucho dinero, “lana” que para pedirla nunca se nos consultó y para ser un país con vastos recursos y con tanta falta de servicios se preguntan los ciudadanos ¿por qué no podemos despegar y despuntar? Somos una de las economías más mediocres del planeta y más allá de lo que digan las cifras y graficas del Gobierno el país en sí no avanza.
Estamos hasta el cuello en deudas, en el Banco de Desarrollo Mundial y en el Fondo Monetario Internacional debemos más de cien mil millones de dólares; deuda que está vigente desde los gobiernos populistas de Luis Echeverría Álvarez y cuando José López Portillo supo (o le dijeron la cantidad de petróleo que teníamos como reserva) ante la miopía de estos gobernantes fue solicitar y pedir préstamos, las Administraciones pasadas incluyendo la actual de Fox ha seguido el uso y costumbre de dejar endeudado al país, total es deuda heredada de la que somos los mexicanos los avales más miserables, sin embargo, como en las carpas y cines aldeanos cuando éramos jóvenes y entrábamos a tropel uno detrás de otro la voz era: ¡el de atrás paga! Para sorpresa del boletero o cobrador en la puerta, nadie pagaba o sólo unos cuantos.
Es costumbre también que en los municipios se dé este uso de endeudarse y que la siguiente Administración no pague, sino que sólo diga que son deudas heredadas. Para desgracia del pueblo, los últimos gobernantes piden prestado para tapar un pozo y destapar dos y mientras al pueblo le siguen dando espejitos o cambiando “tres gatitos corrientes por un perrito cruzado de criollo con de la calle”.
Las herencias perversas y lúgubres de nuestros gobernantes en turno fueron una carga pesada para nuestros bisabuelos, abuelos, padres y lo será para nuestros hijos, nietos y pare usted de contar.
Y si no me lo cree revise el Robaproa, el rescate bancario, el rescate a los dueños de carreteras, los robos en los estados y municipios, etcétera. Ese dinero es o era del pueblo y es rapiñado con la sonrisa congelada que da la impunidad y la inmunidad a la “casta divina” como la de Rogelio Montemayor, Romero Deschamps, Arturo Montiel, los Salinas de Gortari, la Gordillo, Madrazo que dejó temblando Tabasco, el líder charro e inefable Napoleón Gómez Urrutia que no sólo hereda el trono, sino se birla las cuotas de la borregada minera; o qué decir de los entreguistas panistas como Santiago Creel y Diego Fernández de Cevallos y el mismo Fox ahora con la telecomunicación que los cambió por unos spots.
Éstos y otros miles de políticos y personas encumbradas representan una cascada de tribulaciones, que como están las cosas en México, nosotros -y los que vienen atrás- no alcanzaremos a pagar, así digan que fue el error del 94 o ahora entre Salinas, Madrazo, Calderón y el mismo Fox le quieran echar la culpa a López Obrador. Que siga el entierro.
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