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Desayuno en Sonora

Gilberto Serna

Si hemos de creer en las encuestas, ¿por qué no habríamos de hacerlo?, el candidato del PRI se halla en el sótano por cuanto a la predilección de los electores. Han sido varios los factores que han influido en este destino, unos achacables al aspirante y otros imponderables fuera de su control. Ahora, lo último, consistió en buscar limar asperezas con uno de los más aguerridos militantes del grupo del Tucom, organización que aparentemente sufrió una desbandada al ser ungido Roberto Madrazo como abanderado de su partido. Craso error que surgió de una regla de que la política es el arte de tragar sapos, alacranes, víboras y otros bichos igual de repugnantes, con una sonrisa en la boca. Esa regla tiene un límite que los actuales asesores de Madrazo no alcanzaron a vislumbrar quedando al descubierto una inocencia palmaria: que esto sólo funciona entre políticos y Eduardo Bours, gobernador de Sonora tiene de político lo que el autor de estas líneas tiene de monje cartujo. Las transas que suelen darse en ese mundillo de los políticos no es algo que vaya con su carácter que lo revela como duro, intransigente y vengativo, -lo que al final de cuentas describiría a los políticos en general-.

En la visita que acaba de hacerle, reunidos ambos bajo el cobijo de cuatro paredes (sería el acabose que alguno lo hubiera grabado en videotape), el pasado domingo, el gobernador se mostró altanero, si creemos en la reseña que hizo en su habitual conferencia de prensa, indicando que le dejó en claro, por si no lo tenía así el aspirante a la Presidencia, que en el partido (PRI) las decisiones se toman en los estados. Los que comentan esta reunión indican que el gobernador tácitamente se rehusó a dejarse fotografiar con Madrazo, al que no había recibido ni despedido en la puerta de su casa, como corresponde a cualquier anfitrión que se precie de tal, olvidando aquello de que lo cortés no quita lo valiente. Hubo un desayuno que, según iban las cosas, debió consistir en una taza de café, más frío que un témpano de hielo y un pan, más duro que el corazón de un agiotista. Quizá también se sirvió un chilorio con frijoles acedos y de postre unas coyotas enlamadas.

No sé si Madrazo estaría siguiendo el consejo de alguno de sus asesores o fue una jugada que tomó por sí mismo. En cualquiera de los casos al encararse a su rival sabía a quién iba a enfrentar, pues si algo se puede decir de Madrazo es que no nació ayer. Estaba al tanto del encono de Bours que se encuentra dolido por las zancadillas que le propinó, en su propia campaña para llegar a gobernador de Sonora, el actual líder nacional de la CNOP, Manlio Fabio Beltrones. Tanto Bours, como los demás gobernadores de extracción priista, saben que en las próximas elecciones del dos de julio se estarán jugando el poder de decisión de que han hecho gala en los últimos tiempos. Al interior de sus entidades federativas, dicho coloquialmente, nomás sus chicharrones truenan. En estos tiempos han constituido un poder omnímodo, pues sin que tengan que rendirle cuentas al centro designan candidatos en sus localidades. En una palabra, al perder su partido la Presidencia de la República, los gobernadores adquirieron la facultad de convertir a sus entidades en pequeños cotos de poder, poniendo a los otros poderes estatales en un puño. Todo eso no lo podrían perder sin sufrir un severo ataque de apoplejía o ictus apopléjico, en que se sufre una total parálisis de los miembros. Teniendo un nuevo presidente, de su propio partido político, podría volverse a los tiempos idos de un presidencialismo subyugante. Nadie duda que caerían de nuevo bajo su férula si Roberto gana las elecciones.

Lo que deja al descubierto, lo que dice Bours que le dijo a Madrazo, es que, con una frescura propia del que tiene a su cargo un feudo, logró que los candidatos a diputados federales y senadores se escojan, él dijo se elijan, en Sonora, advirtiéndole a Madrazo que con las “caras” que lo acompañan en su equipo de campaña no ganará la elección ni tan siquiera, pensó, al cargo de alcalde en el municipio más remoto y escondido de la selva lacandona.

En fin, queda claro que quien manda y decide en el PRI estatal en Sonora es el gobernador, puesto que habla, propone y decide en su nombre. En una actitud rayana en una infinita sapiencia le dijo: Roberto tienes que buscar el voto de la sociedad, -como si éste no lo supiera-, expresándole que el voto del PRI ya lo tiene. Pareció, más que una recomendación amistosa, una velada amenaza al expresar después, los brazos en la espalda, haciendo changuitos con los dedos, que a él se le hace muy complicado y difícil que Madrazo gane la Presidencia de la República.

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