EL PAÍS
LA HAYA, HOLANDA.- Los resultados preliminares de las pruebas toxicológicas efectuadas sobre el cadáver de Slobodan Milosevic no indican que fuera envenenado. Tampoco han aparecido restos de Rifampicina, un fármaco contra la tuberculosis hallado en su sangre poco antes de morir. Ese fámaco inhibe los efectos del tratamiento contra la hipertensión que padecía. Milosevic fue encontrado sin vida el pasado sábado en su celda de la cárcel que el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) tiene en La Haya. Según la autopsia, sufrió un infarto súbito.
Ante la evidencia de que poseía medicinas sin receta y de que había contrabando en el centro penitenciario, el propio Tribunal ha ordenado una auditoría independiente.
Fausto Pocar, presidente del TPIY, trató de arrojar algo de luz sobre la muerte del ex presidente serbio, pero un dato inesperado le robó casi el protagonismo. A pesar de sus problemas cardiacos, Milosevic poseía medicinas sin receta. También tenía bebidas alcohólicas. Y lo que es más: en el penal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) -donde permanecía mientras era juzgado por genocidio, crímenes de guerra y contra la humanidad, presuntamente cometidos en los Balcanes- había contrabando.
Ante tan embarazosa situación, Pocar reiteró su confianza en el director y en el personal y anunció la apertura de “una auditoría externa para garantizar plena transparencia sobre su funcionamiento”. El máximo representante del TPIY recordó que los dos forenses serbios presentes durante la autopsia, realizada el domingo pasado por las autoridades holandesas confirmaron el infarto.
También le pareció alentador que los patólogos rusos que revisaron la necropsia la calificaran de “correcta, acertada y profesional”. Hasta el hecho de que no hubiera rastros de Rifampicina, una de las posibles explicaciones para un suicidio de Milosevic, era razonable. Se trata de una sustancia de rápida eliminación.
“Los expertos han indicado que no la ingirió en los últimos días antes de morir”, dijo. Sí que había restos de otros medicamentos para la tensión arterial, “aunque no en concentraciones tóxicas”.