EL SIGLO DE TORREÓN
FRANCISCO I. MADERO, COAH.- El alcalde Nicolás Muñiz Domínguez, dice que ?no sabía? que hubiera tantos jornaleros agrícolas provenientes del sur laborando en condiciones infrahumanas, los cuales partieron ya en su totalidad a su lugar de origen.
Entrevistado ayer en torno a las protestas masivas de los trabajadores del campo, entre los que había niños y mujeres, el presidente municipal argumenta desconocimiento de esa situación, ?pero en adelante vamos a vigilar muy bien y se formará una comisión por parte de los regidores con el apoyo de Protección Civil?.
Informa que los mil 670 jornaleros ya se fueron a bordo de 46 camiones con destino a los estados de Hidalgo, Veracruz y San Luis Potosí y antes se les cubrió su sueldo que se había pactado por la temporada.
Como se informó en este medio, la madrugada del pasado martes, alrededor de mil 900 jornaleros agrícolas huyeron de la pequeña propiedad Las Ánimas, cuando 40 de sus compañeros incendiaron dos grandes naves de lámina que sirven como dormitorios, además de una camioneta, en protesta por las condiciones en que vivían en ese lugar y el maltrato de los mayordomos.
En las inmediaciones del ejido La Virgen, colindante con Jauja, Durango, se localizan los cultivos de tomate y chile de Las Ánimas, propiedad de Felipe Negrete López, donde los campesinos trabajaban 12 horas por un salario de 85 pesos diarios durante dos meses que dura el contrato.
Procedentes de estados del sur de la República y motivados por la promesa de un bono de productividad de mil 900 pesos, esta vez fueron más los hombres que se trajeron a sus esposas e hijos con la esperanza de juntar más dinero que otras veces. Mujeres embarazadas, adolescentes y niños también fueron contratados.
?Vamos a supervisar las Pequeñas Propiedades donde trabajan jornaleros para ver las condiciones en las que viven y exigir a los patrones buen trato para ellos?, añade Muñiz Domínguez.
Sin control
A raíz de los hechos ocurridos el pasado martes, se puso al descubierto que no existe un control de parte de las autoridades municipales sobre su estancia en Francisco I. Madero, además que se desconoce cuántos hay y dónde están.
El brote de violencia evidenció también el maltrato de los capataces hacia los niños, hombres y mujeres que vienen del sur del país en busca de obtener dinero, toda vez que en su lugar de origen no hay nada para sobrevivir.
Esta situación tiene varios años de ocurrir en casi toda la Región Lagunera y deja de manifiesto la necesidad de una coordinación entre las autoridades del Sector Salud, el Gobierno Estatal y los municipales para proteger a los trabajadores.