Mientras muchos de los activistas antiinmigrantes rechazan categóricamente acusaciones de racismo, lo cierto es que recogen, defienden y promueven principios que en su momento y ahora incluyen expresiones de supremacía racial. Para nadie es un secreto que en este país, a 140 años de finalizada, la guerra civil aún ejerce un poderoso impacto cultural y político, uno que de hecho está presente en el debate sobre migración que hoy sacude a esta sociedad.
Para muchos en Estados Unidos la guerra civil es una imagen de “Lo que el viento se llevó” y se refiere a caballerosos e idealistas confederados que defienden los derechos soberanos de los estados frente a los ricos yanquis que buscan imponer soluciones federales para el país.
El sur se levanta de sus cenizas e impone su cultura a lo largo y ancho de este país. Que no sería necesariamente malo. Después de todo, un Estado federal es uno donde los estados mantienen una cierta autonomía y derechos. El problema es lo que se esconde debajo de esos derechos. Si bien es cierto que en el actual proceso de glorificar la lucha de la Confederación separatista en 1860-64, los confederados de hoy se llenan la boca de la defensa de los derechos de los estados, también lo es que pasan por alto deliberadamente que uno de esos derechos exigidos fue el de mantener la esclavitud, entre otras cosas.
Ese es el antecedente de los derechos que muchos desean que los estados asuman hoy para resolver el problema de los inmigrantes indocumentados.
Cierto, la esclavitud está abolida y no regresa, pero la idea es reclamar prerrogativas del Gobierno Federal para tomar la Ley en las propias manos. Así, por ejemplo, portavoces de lo que bien podría considerarse como una tendencia “neo-confederada” surgen en el movimiento presuntamente nacionalista que hoy recorre Estados Unidos en un debate tan viejo como la existencia de los países mismos, sobre los poderes de gobiernos centrales y gobiernos estatales.
Pero el actual movimiento nacionalista con tintes de neoconfederado ha servido como cobertura a grupos racistas y neonazis, aunque algunos de sus más ardientes defensores claman, y quizás con razón personal como el activista Lou Dobbs o los lideres Minutemen Jim Gilchrist y Cris Simcox, que nada tienen que ver con racismo y hasta lo condenan.
Ellos no son racistas. La CNN convertida en “Dobbsnews” o el Partido Republicano y los legisladores que hacen audiencias contra los inmigrantes no son racistas.
Curiosamente, sin embargo, entre los más ardientes legisladores en esas audiencias están los del sur estadounidense, los modernos confederados, o los que abrazan la cultura de las facultades estatales. No es racismo, sin embargo.
Pero si ellos no alientan el racismo, el que haya gente y grupos que se cobijan en ellos para propagandizar y promover el racismo, para poner por escrito -en los sitios Internet- lo que hoy son fantasías de asesinatos en masa por “heroicos arios” dedicados a vengar crímenes cometidos por individuos presuntamente mexicanos o hispanos, es un mero detalle; que muchos de sus seguidores se sientan libres para calificar a los indocumentados como “pedazos de m...” o “subhumanos” es mero accidente.
El calificarlos como “invasores” sólo es un detalle que justificaría que “patrióticos estadounidenses blancos/arios” los despachen como delincuentes por su intromisión en Estados Unidos.
No. Lou Dobbs y las televisoras estadounidenses, los diputados Tancredo y Hayworth y los republicanos no son racistas, por lo menos en su mayoría. Ni siquiera los alientan. Pero a querer o no, las posiciones que defienden y promueven les aportan cobijo y aliento.
BARRAS Y ESTRELLAS
MUY OCUPADOS
EN WASHINGTON
WASHINGTON.- Durante las últimas semanas el Gobierno estadounidense ha tratado la situación política mexicana como alguien que, para usar una imagen utilizada en Washington, caminara sobre cáscaras de huevo sin quebrarlas. Pero la explicación es simple: por tradición, el aparato político de Washington no se ocupa más que de una o dos crisis al mismo tiempo y hoy por hoy tienen el plato más que lleno: Líbano, Irak, Irán y Corea del Norte.
Apostar con
dinero ajeno
Ahora que está de moda especular sobre las posibilidades de una reforma migratoria, habría que recordar una reciente y breve charla con un alto funcionario familiarizado con los procedimientos del Congreso estadounidense. “¿Apostaría usted a que este año habrá reforma?”, preguntamos. “No con mi dinero”, fue la respuesta...
Un aplauso
a la Chancillería
Al margen de cualquier otra consideración, hay que destacar el trabajo del Servicio Exterior Mexicano. La semana pasada los diplomáticos destacados en Israel y Líbano mostraron su valía en las por demás infortunadas condiciones creadas por las hostilidades entre Fuerzas israelíes y guerrilleros musulmanes en Líbano.
Por cierto que para lograr la evacuación de mexicanos la Cancillería trató directa o indirectamente con los gobiernos involucrados, Israel y Líbano, más los de Siria, Egipto y Turquía, y de paso con Francia y Estados Unidos, en una serie de frenéticas llamadas telefónicas...
En Estados Unidos con frecuencia enfrentan las críticas de la derecha estadounidense por hacer su trabajo de protección a connacionales. Y hay quien propone bajarles el sueldo. Influyente, pero ignorado La revista National Lawyer (Abogado Nacional) colocó a Charles Swift, un comandante de la Armada estadounidense que es parte del cuerpo de abogados militares, entre los 100 abogados más influyentes de Estados Unidos.
De hecho, fue Swift quien llevó hasta la Corte Suprema de Justicia el caso de un árabe detenido en la prisión de Guantánamo y a través de él, la Corte estadounidense determinó que los Convenios de Ginebra tienen jurisdicción sobre los detenidos en esa base naval. Por supuesto, su premio ha sido ser ignorado en las listas de ascenso. Más actividad social y cultural
Para pensar: de acuerdo con estimaciones oficiales, en 1999 había más de un millón de estadounidenses radicados en México, lo que implica enormes ingresos y en alguna medida más actividad social y cultural en varias regiones del país.