MÉXICO, UN SERIO AVISO DE PROBLEMAS
MÉXICO, DF.- Visto en forma personal y tras una breve visita a México, la situación que enfrenta el país parece menos una crisis de política que de políticos, pero también un serio aviso de problemas que son conocidos pero deben ser resueltos.
Cada vez parece menos claro que haya habido trampas o trucos en la elección, aunque sí que fue muy apretada y que el señor Andrés Manuel López Obrador y su movimiento están en su derecho de demandar un recuento.
Pero también está claro que su exigencia se basa más en presunciones que en hechos, en percepciones y desconfianzas que en realidades y, de paso, que está jurídica y políticamente mal planteada, con alcances limitados y casi diseñada para fracasar ante un Tribunal aunque sea útil al discurso público de un movimiento que a veces parece cuasi-religioso.
Pero el mero hecho que haya personas dispuestas a hacer lo que sea por el señor López Obrador es una señal de los problemas que enfrenta el país, de corrupción y desconfianza en las autoridades a descontento por falta de oportunidades y demandas de grupos oportunistas.
Ciertamente el movimiento lopezobradorista parece cada vez con menos gente. Lo que hace dos meses eran quejas por la ?guerra sucia? que lo presentaba como un peligro para el país parece ser reemplazado por la sensación de que ?era cierto?.
Pero muchos de sus seguidores son convencidos absolutos y no habrá argumento que los haga dudar de su líder. Que en ese proceso de buscar la jefatura de un movimiento social haya dejado de lado la posibilidad real de demostrar que es una alternativa presidencial confiable para la mayoría que no votó por él, que haya hecho retroceder diez años la percepción pública sobre el Partido de la Revolución Democrática y tal vez lo haya semidemolido como una alternativa política en el futuro mediato, parece ser de poca importancia para el señor López Obrador y sus seguidores.
Pero ahí está el problema. En alguna medida, la situación está encuadrada por el mal manejo político hecho por las autoridades, con errores que fueron de problemas de presentación de la información electoral a la forma de responder a las exigencias del señor López Obrador. La responsabilidad no es sólo del Gobierno. Que la elección haya sido menos en torno a propuestas que en torno a la personalidad del señor López Obrador dice mucho de la situación política del país y la desconfianza hacia los políticos.
Que la dirigencia del PRD haya asumido el manto del sacerdocio de un culto a la personalidad sólo lo hace más dramático. En todo caso, el que el movimiento lopezobradorista haya recurrido a una medida como el ?megaplantón? en vez de los considerables recursos políticos con los que dispone el PRD, destaca la desconfianza del señor López Obrador en los políticos y en el sistema que esos políticos contribuyeron a crear y en el que se mueven personajes de la capacidad política y operativa de Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho Solís, Ricardo Monreal, Pablo Gómez y Cuauhtémoc Cárdenas.
En este escenario, mientras tanto, el país parece preocupado por el problema, pero, al igual que hace una década con el movimiento zapatista, en contra de medidas represivas. Si la democracia se mide por el respeto de una sociedad a sus minorías políticas, la mexicana comienza a dar señales democráticas, pero ahora las minorías deben también comenzar a respetar a las mayorías que si no son panistas o priistas ciertamente no son lopezobradoristas, y a menos que ocurran muchas cosas, dejarán en el frío al PRD por un buen tiempo. Pero esa es sólo la impresión personal de una demasiado breve visita a México.