“Cada día el ambiente está más candente”, nos dijo un alto funcionario del Instituto Federal Electoral del Distrito Federal, durante la visita que le hicimos a finales del mes de febrero.
“Candente” es una palabra suave para describir lo provocado por las agresiones políticas, el amarillismo manejado en algunos medios de comunicación y el desconcierto que generan las campañas presidenciales de 2006, caracterizándose por el uso mercadotécnico de la información del desprestigio y la denuncia insuficientemente fundamentada, dejando de lado las propuestas políticas, necesarias para enfrentar el serio reto que México tiene frente al siglo XXI.
“Deslinde” es la palabra de moda en la política nacional, cuyo significado literal, según el Diccionario de la Lengua Española viene de “deslindar: tr. Señalar y distinguir los términos de un lugar, provincia o heredad; tr. Aclarar algo, de modo que no haya confusión en ello”. En política le han dado otras connotaciones: puede utilizarse para dar a entender -verdad o no- que el declarante no ha intervenido en la decisión o mala acción, comúnmente de corrupción y/o abuso de poder; referirse a la negación en la aceptación de la opinión expresada y/o participación en hechos desaprobados, máxime cuando no son del agrado de los electores; o simplemente “lavarse las manos”, igual que lo hizo Pilatos, transfiriendo culpa a terceras personas.
En otras ocasiones puede significar: “como yo no tuve que ver, ni di la orden o autoricé, no cargaré con el costo político de las acciones de mis colaboradores; quizá, simplemente, se refiere a la responsabilidad ante la sociedad, incluida la legal, pasándola a “un chivo expiatorio”, quien abnegado y disciplinado callará sus verdades.
El “arte del deslinde” se ha transformado en un argumento útil para la evasión irresponsable; palabra mágica que surte los mismos efectos de aquéllas del juego infantil, donde los chamacos advierten a sus compañeritos de diversión a grito vivo: “¡uno... dos... tres por mí!” y el opositor pierde toda posibilidad de “encantar” al jugador. ¿Recuerda esos tiempos felices?
Así, Andrés Manuel López Obrador, usó la fórmula mágica para salir exculpado de las malas acciones de sus colaboradores, sobresaliendo Bejarano, a quien no le pudieron, o quisieron, aplicar el peso de la Ley con la pena correspondiente.
Por cierto, el empresario “corruptor”, Carlos Ahumada, no tuvo manera de “deslindarse” y simplemente sigue preso, aunque técnicamente le encontraron otros delitos para mantenerlo en prisión.
Felipe Calderón Hinojosa, anticipadamente intentó marcar la línea de “deslinde” con la familia incómoda de México y aunque ha tratado de evitar que se demuestre su cercanía, lo siguen involucrando en temas de malas decisiones y relación con personajes en quienes pesan graves acusaciones, blanco de sanción pública y repudio de la opinión nacional, caso de los muchachos Bribiesca Sahagún y socios que les acompañan en la galería de los sujetos de “malas costumbres”.
Roberto Madrazo Pintado, tal vez el político con mayor experiencia en el presente, sin duda el más astuto de los tres aspirantes a la silla presidencial, también ha sabido hacer uso y beneficiarse del “arte del deslinde”, dando especial cátedra en el manejo del caso del amigo, luego opositor, después enemigo, posteriormente de nuevo amigo y por último escondido de los medios de comunicación, Arturo Montiel Rojas, quien ahora trata de evadir la responsabilidad de entregar cuentas claras sobre el origen de su cuantiosa fortuna.
¿Quiere otro ejemplo?: el “gober precioso”, que ya se “deslindó” del empresario Kamel Nacif, aunque nadie se lo quiere creer.
Ya en su momento, el “chamaco” Bernardo de la Garza, de origen político verde ecologista, “pintó su raya” y se “deslindó” de su candidatura a la Presidencia de la República, que aceptó en representación de su partido. Hizo comerciales y de pronto decidió aplicar de nuevo la técnica para separarse de la campaña madracista, envuelto en un manto de misterio y elucubraciones de los ¿por qué? tomó tal decisión, sumándose a los ya varios políticos “deslindados” del PRI.
El “deslinde” también ha sido utilizado para cambiar de partido en aparente decisión moral y justificación de principios, o crear otras nuevas propuestas políticas. Le recuerdo el caso de Elba Esther Gordillo, que en su momento declaró su inconformidad de los malos manejos en el PRI -anunció su deslinde- y apoyada en Roberto Campa Cifrián quita votos al enemigo, a través del Partido Nueva Alianza, de flamante creación, llegando hasta el coqueteo con otros grupos de plataformas ideológicas muy diferentes.
Otro “deslindado” es el antes locutor Eduardo Andrade, que no duda en denunciar las prácticas irregulares de Madrazo y anuncia su regreso a los medios de comunicación, ahora como comentarista político, con base a su experiencia y un doctorado en derecho.
Por favor no olvide que en su momento, el propio Andrés Manuel López Obrador supo “deslindarse” del PRI, para sumarse a Cárdenas que cimentaba al PRD y luego marcar un nuevo “deslinde” para establecer su propia visión de Gobierno y tendencia partidista.
El caso de Vicente Fox Quesada es distinto; el presidente de la República no sabe ni quiere “deslindarse” y pierde oportunidades de oro para hacerlo en los momentos clave; evidencias de su postura son los varios sucesos de la política de su Administración, cuando sus colaboradores han cometido sendos errores e imprudencias, arrastrándolo a problemas mayores con el deterioro de su imagen personal.
En relación a la familia, ha sido claro en su posición de apoyo a hijos y familiares, de quienes no duda en momento alguno. Y ¿qué más puede hacer?, de actuar de manera diferente, sin duda lo “deslindarían”.
Este decepcionante comportamiento de los políticos mexicanos no es nuevo, lo hemos padecido a través de los siglos. Le comparto lo escrito por el historiador Suárez Navarro en su Historia de México, que describe nuestro estado social en 1833: “en todas épocas y en todos países las facciones políticas han sido inconsecuentes en los medios que emplean para el logro de sus fines; mas en la República Mexicana, los partidos han sido tan miserables y tan mezquinos en sus proyectos e intrigas, que no encontramos en su historia, nada agradable, nada admirable en la serie de disturbios que ellos han promovido en tantos años como la nación cuenta de existencia.
Notaremos la sorprendente facilidad con que se han estrellado los muy pocos personajes que han querido infundir un soplo de vida a este país infortunado; el egoísmo, la ignorancia, la depravación de costumbres, la ambición personal y más que todo, la extraordinaria degradación moral del pueblo han sido y serán los obstáculos de su regeneración social”.
¿Qué le parece?, estará de acuerdo conmigo en lo poco que ha cambiado nuestra realidad nacional.
Sin embargo, con todo, deberemos enfrentar las elecciones de 2006 y los simples ciudadanos tendremos el privilegio y la oportunidad de ser partícipes de ellas. Lo invito a que sigamos enterándonos de los sucesos; dialogando, formándonos un buen criterio para tomar la decisión responsable sobre a quien vamos a apoyar depositándole la confianza y nuestro voto. Le pido que nosotros no nos “deslindemos”.
ydarwich@ual.mx