En los últimos días y a raíz de las movilizaciones llevadas a cabo por las huestes de la coalición Por el Bien de AMLO, perdón, me traicionó el subconsciente: Por el Bien de Todos, se han estado manejando profusamente los términos Resistencia Pacífica y Desobediencia Civil, para justificar el auténtico secuestro perpetrado en contra de uno de los ejes viales más importantes de la Ciudad de México, y el mismo Centro Histórico de la ciudad capital de la República.
Habría que decir por una parte que ambas situaciones son plenamente aceptadas por casi todos los principales autores de Filosofía Política, pero todos coinciden también en establecer una serie de presupuestos fundamentales para que puedan darse esos recursos para cuando el diálogo político no ha podido ser llevado a cabo y la situación ejercida por un Gobierno absolutamente violentador de los derechos humanos hace absolutamente necesario llegar a esos extremos.
En la realidad política mexicana actual no puede vislumbrarse objetivamente ninguno de los presupuestos que la teoría política señalaría como justificantes para plantear ese tipo de acciones u omisiones extraordinarias.
Los teóricos que se han ocupado de este tema ya desde remotos tiempos, también coinciden en que quien sea el responsable de ese grupo social vulnerado y plantee como posibilidad de combatir la injusticia sufrida alguno de estos medios, tiene la enorme responsabilidad de prever los escenarios que pudieran derivarse de esas acciones emprendidas y haciendo uso de la prudencia política analizar concienzudamente si los riesgos para el conjunto de la población pudieran ser incontrolables o más perjudiciales que la misma injusticia sufrida.
Un tercer punto muy importante es el relativo a que el líder que encabeza tales acciones sea ejemplo claro al asumir primero que nadie en su propia persona los efectos de las mismas iniciativas propugnadas y no en cambio envíe desde la retaguardia a otros para que sean en los que se consuma la reacción de la autoridad inicua.
Creo que nada de lo anterior se contempla en los supuestos movimientos de resistencia pacífica y desobediencia civil llevados a cabo a lo largo de ya varias semanas en el Distrito Federal principalmente.
Como ejemplo pudiera poner el de Henry David Thoreau, para muchos creador de la frase desobediencia civil en 1849 en una obra titulada “Civil Disobedience”, en que conminaba al pueblo norteamericano a no pagar impuestos, con el propósito de que éstos no fueran utilizados para financiar una guerra injusta: la guerra contra México.
El señor Thoreau puso el ejemplo a quienes quisieran seguirle, al anunciar al Gobierno del presidente Polk su negativa a sufragar los impuestos correspondientes, por lo que el fisco lo encarceló.
Ya en la cárcel recibió la visita de un amigo quien más o menos le dijo: “No concibo que estés en la cárcel por lo que consideras una injusticia”, a lo que Thoreau le respondió en el acto: “Lo que no concibo yo es que no estés tú en la cárcel cuando el Gobierno injusto ha convertido esta celda en el único lugar al que pueden aspirar las personas decentes”.