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CANNES, FRANCIA.- La llegada de cinco filmes latinoamericanos a Cannes y el que algunos de ellos hubieran sido considerados como fuertes candidatos para ganar los premios mayores darían la impresión de que el cine de la región ha empezado a cosechar los frutos de un proceso planificado y sostenido. Pero para sus protagonistas no es así.
El realizador mexicano Guillermo del Toro dijo que ?desde la perspectiva de algo organizado que dé apoyo al cine latinoamericano, no se puede hablar de un movimiento?, porque no hay una estructura instalada dedicada a promover al celuloide de Latinoamérica.
?Yo hablo de un cine panamericano, pero no porque haya estructuras, sino porque hay convergencias?, sostuvo el realizador respecto de los vínculos que tienen algunos directores latinoamericanos con colegas de los países de la región y de Estados Unidos, e incluso de España, y que permite crear una red informal de ayuda entre ellos.
Para la realizadora María de la Paz Encina, que brilló en la cita francesa con ?Hamaca paraguaya? lo manifestado en el 59 Festival de Cannes ?es un proceso que está madurando por el esfuerzo individual de mucha gente?, no de las instituciones. Lo cierto es que en Cannes, cuyo festival es considerado la ?catedral del cine?, lograron el respeto y respaldo de la crítica para los mayores premios Babel del mexicano Alejandro González Iñárritu, El Laberinto del Fauno de Del Toro y Crónica de una Fuga del uruguayo Adrián Caetano. Todos ellos en la selección principal Competición.
De ellos, González Iñárritu se hizo del premio al mejor director en la premiación del domingo en la noche, mientras que sus colegas, pese a no lograr preseas, se fueron con los aplausos de la crítica.
En la segunda selección más importante, Un Certain Regard (Una Mirada Peculiar), la paraguaya Paz Encina obtuvo el prestigioso Premio de la Crítica Cinematográfica al mejor filme, mientras que el mexicano Angel Tavira, de 82 años, conquistó la distinción al mejor actor por su actuación en El Violín, de su compatriota Francisco Vargas.
De acuerdo con González Iñárritu, la llegada de las realizaciones latinoamericanas en buen número a esta edición de Cannes, como no había acontecido antes, se debe a que Thierry Frémaux, director artístico del Festival, tiene una sintonía especial con el cine de la región.
?Ha sabido tener esa sensibilidad para ver lo que está pasando en el cine de Latinoamérica, que hay grandes directores y grandes historias por contar?, señaló el laureado director de Amores Perros.
Pero para Vargas hace falta más que eso para tener al cine de América Latina en el candelero. Como Del Toro y Encina, dijo que ?no hay una estructura? y observó el hecho de que El Violín tiene ya distribución asegurada en varios países de Europa, donde recibió financiamiento para la producción, pero no en México.
?El Violín es una película artesanal, es el resultado del esfuerzo de amigos y de otras personas que quisieron formar parte de este proyecto?, señaló. ?Recibimos ayuda institucional, pero no la suficiente?, sostuvo, al señalar que el trabajo de González Iñárritu, de Del Toro y otros realizadores mexicanos debería abrir más puertas en ese país.
?Esta es una ollita de presión, que quiere salir por distintos lados?, dijo en el intento de explicar que el empeño por buscar canales de expresión ha hecho que el cine de la región se haya puesto en marcha, pero que esto, sin más apoyos institucionales, ?no es sostenible?.
Con todo, en esta edición de Cannes, y más allá de que el cine latinoamericano se quedó a la espera de la Palma de Oro, la región captó la atención de la crítica más autorizada, como en ninguna otra. En buena medida por el trabajo personal de los mexicanos, la más nutrida representación.
Para Vargas, esto ?puede motivar a que incluso desde el terreno privado se invierta en el cine, porque se verá que no es a saco roto, sino que hay buenos resultados?.
