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Deuda Pública, a transparentarla y rendir cuentas

José Juárez Medina

Ya metidos ahora si de lleno en los tiempos electorales, es obligado reflexionar, en la parte económica, sobre uno de los temas a los que se les debe prestar mucha atención en la agenda nacional, se trata nada menos que de la deuda pública ya que, como se sabe, del adecuado manejo de este tema depende el bienestar de los mexicanos, sin exagerar.

Decimos que sin ánimo retórico porque una administración irresponsable de la deuda gubernamental significa que todos los contribuyentes tenemos que afrontarlo, y como el monto de la deuda sobrepasa la capacidad de pago de éstos, entonces el bienestar de las generaciones futuras queda seriamente comprometido.

Si las relaciones causa-efecto mencionadas le suenan conocidas, efectivamente nos estamos refiriendo a nuestro país, quien ha experimentado fuertes incrementos en su débito público, sobre todo como resultado de las crisis financieras de 1976, 1982, 1987 y la histórica de 1994, que en los años posteriores le vino a agregar al debito público rescates bancarios y carreteros, producto de privatizaciones mal efectuadas. Así que este manejo irresponsable implica al pasado de antes (setentas y ochentas) y al pasado reciente (noventas).

¿Qué es lo que ha hecho este gobierno en materia de gestión de la deuda pública? Sin duda alguna para responder a esta pregunta habría que ubicar este manejo como la continuidad de la estrategia de ajuste y estabilización, que arranca justamente en 1995, luego del entallamiento de la crisis por el ?error de diciembre? de 1994.

Entonces, para ser justos, hay que decir que el actual gobierno ha mantenido el núcleo de esta gestión, adecuándola a las nuevas circunstancias, del endeudamiento gubernamental. Veamos. En los cinco años de este sexenio la deuda bruta del sector público presupuestario como porcentaje del PIB fue del 25 por ciento en promedio, luego de la crisis de 1994 provocó que dicho porcentaje se elevara hasta el 45.7 en 1995 y comenzara a reducirse, como resultado del ajuste mencionado.

A partir de 2001 cambió la estructura de endeudamiento, pasando a tener una mayor importancia la deuda interna con relación a la externa; la composición del endeudamiento favoreció la emisión interna de instrumentos a tasa nominal fija de largo plazo y, el costo financiero del sector publico presupuestario ha disminuido en relación al Producto Interno Bruto (PIB), como resultado de menores tasas de interés.

Hay que destacar que la reducción de la importancia de la deuda externa en relación a la interna ha restado vulnerabilidad a la economía frente a las circunstancias externas, el tradicional ?coco? en las crisis pasadas.

A primera vista estos datos revelan una buena gestión de la deuda pública y, en efecto, así es. Sin embargo, como siempre lo hemos venido comentando, los resultados de la política económica nunca son absolutos, siempre relativos, y en este caso el manejo de la deuda, hay que ponerlo en el contexto de la estrategia macroeconómica de estabilización, que ha colocado el gasto en inversión para infraestructura, salud, educación y bienestar en general, en los últimos lugares de las prioridades. Esta es una cara de los costos que tiene que pagar la sociedad por un mal manejo de la deuda.

Aún más, la buena gestión, no debe hacer que nos olvidemos de otros datos relevantes sobre el tema. Así, tenemos que en términos absolutos, la deuda interna presupuestaria se incrementó de 560.6 mil millones de pesos en el 2000, a 942.2 mil millones de pesos; en tanto que la externa lo hizo de 597 mil millones de pesos a 781.9 mil millones de pesos. En una palabra, mientras que en el año 2001 cada mexicano debía 11 mil 500 pesos, para 2004 esta carga aumentó a 16 mil 257, lo que nos indica un incremento del 41.2 por ciento en el periodo, que es enorme para el periodo que comprende.

Sin embargo, si consideramos la deuda contingente (que existe, pero no se contabiliza en el presupuesto), aquella en donde está incluida la Banca de Desarrollo, las FARAC, el IPAB, los Pidiriegas y Apoyo a los Deudores, entonces la deuda neta total pasa de 2.3 billones de pesos en el 2000, a 3.3 billones de pesos en marzo de 2005. En estas circunstancias, cada mexicano estaba endeudado con 30 mil 312 pesos, monto que representa el 31.4 por ciento más en relación a los 23 mil 058 del año 2000.

Como puede verse, el incremento en los números absolutos de la deuda es sencillamente extraordinario en estos últimos cinco años, lo que sin duda alguna relativiza la buena gestión del problema.

El futuro no se ha deshipotecado, cuidado con pensar que el problema ya está superado. Y es que en la búsqueda de caminos alternativos para reactivar la economía productivamente; la salud; el empleo; la educación; el bienestar pues, hay que ver que esa hipoteca pesa.

Sin duda estas reflexiones nos deben llamar una vez más a la necesidad de transparentar y someter a rendición de cuentas el proceso de endeudamiento público y su gestión, dada la importancia, reiteramos, que este tema tiene para el bienestar de la población ya que ésta es la que finalmente se hace cargo de lo que pudo haber estado bien o mal hecho en esta materia por parte de quienes toman las decisiones. Hay tareas.

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