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Diálogo| Besamanos

Yamil Darwich

A mediados del sexenio del presidente Vicente Fox, el secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda, gozaba de la mayor simpatía entre los panistas y muchos de los gobernados; la aceptación era alta y no pocos le veían como el futuro candidato a la Presidencia de la República; algunos iban más lejos y lo imaginaban en la silla presidencial, en otro periodo sexenal, dando continuidad a lo hecho por Vicente y de paso, seguridad a los intereses de la familia ?incómoda?.

Por el famoso edificio de Bucareli, desfilaban personajes de todos los medios socioeconómicos de México y se practicaba la mórbida tradición del ?besamanos?. Sin embargo, la caída pronto se presentó, tal vez por la sobreconfianza que se vivía, no sólo en Gobernación, también en Los Pinos, donde daban por descontado que su candidato no tendría rival en las elecciones internas del PAN.

Por ese tiempo, un político joven había dejado el Gabinete presidencial; mucho se dijo sobre su renuncia, algunos aseguraron fue por las desavenencias con la ya afamada ?tristemente por cierto? ?Doña Marta? ?así gusta llamarle su esposo, en un tono que hace memoria del pasado hacendario mexicano?; se trataba de Felipe Calderón Hinojosa, que se declaró admirador de Carlos Castillo Peraza, con quien tuvo dolorosas diferencias por la mala política aplicada en las elecciones del Distrito Federal.

Con una carrera corta pero llena de experiencia, empezó a trabajar a los 18 años en las juventudes del PAN, luego en la Cámara de Diputados y dos Secretarías de Estado, llegando a la candidatura para Presidente de la República teniendo detractores, incluso del interior del partido, augurándole desastre político sin que se diera y, por el contrario, arrasando en la elección ?interna?, compitiendo con Andrés Manuel López Obrador, quien a su vez sentía seguro el éxito, hasta llegar a romper las reglas de la política conservadora y conciliadora abriendo varios frentes de batalla a la vez, en una mala estrategia que consecuentemente no dio frutos.

Luego de un tormentoso proceso, finalmente el Tribunal Federal Electoral reconoció el triunfo del panista, entregándole su constancia de elección, permitiendo un nuevo brote de la vieja tradición política del ?besamanos?.

Desde luego habremos de diferenciar las categorías de ?besamanistas?; están los de primera, quienes en un acto protocolario reconocen la autoridad del presidente ?antes podía definirse como semidios? y declaran su total apoyo a las políticas aplicadas en su sexenio, claro, si ellos no son lesionados en sus intereses personales y de grupo. También desfilan los compañeros de partido y de campaña, políticos por definición, no por vocación o profesión, que recibirán el justo premio a su lealtad y trabajo con ?huesos? de variada importancia ?desde secretarías hasta simples nombramientos directivos? quienes en su gran mayoría están incapacitados ?en lo profesional? para ejercer las funciones descritas. Lo triste será ver cómo ?engorda? la burocracia con puestos de subsecretarios, subdirectores y asesores de todo tipo, que habrán de hacer el trabajo de los signados con la bendición del equipo del nuevo jefe de la nación.

Luego vienen otras categorías; entre ellas, la de los personajes de la Oposición, que con pública dignidad buscarán un acercamiento para establecer condiciones propicias, según puestos y encomiendas; y algunos otros, derrotados en afanosa búsqueda de oportunidades para permanecer ?colgados? ?de la manera que sea? del presupuesto nacional.

El proceso del ?besamanos? no es solamente nuestro, ha sido practicado por la humanidad entera, de todos los tiempos, aunque la herencia recibida de indígenas y españoles nos ha dejado un tinte cultural particular, de múltiples connotaciones.

Aparecen los amigos del presidente; los amigos de los amigos quienes ya recibieron la promesa o el nombramiento; los amigos de los amigos de los amigos, que aseguran haber recibido propuestas varias o seguridades para situaciones económicas y políticas del futuro. Luego sigue otra categoría: la de los compadres y familiares, junto a los amigos de los compadres y cercanos; todos juran tener información privilegiada para uso sexenal y algunos ¡hasta ofrecen ?chamba?! Desde luego dirán haber estado en algún acto protocolario saludando de mano al presidente y ¡hasta les sonrió! ?los más atrevidos ?me reconoció??, hecho inaudito que los llena de sobrada altanería, por lo menos durante seis años.

La madeja político-social ya ha empezado a tejerse; así vemos a personajes públicos y otros que niegan serlo, acudiendo ante la nueva autoridad de la nación, atendiendo sus intereses según los niveles descritos. En tanto, el presidente ?saliente? empieza a vivir otro fenómeno interesante: el abandono de los ?besamanistas?, quienes inclusive empiezan a descubrirle sus grandes defectos y hasta narrar sus malas experiencias, pero ése es otro hecho que requiere de espacio diferente. La madurez democrática también incluye crecer en este rubro. ¿está de acuerdo?

ydarwich@ual.mx

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