En la Sociedad del Conocimiento, la información es elemento indispensable para la toma de decisiones, formarnos criterios y desde luego, hacer negocios. Con ese recurso definimos qué conviene o no; si es ventajoso; las oportunidades; lo planeado y/o hecho por la competencia o el enemigo para contrarrestarlo.
La posibilidad de formarse un criterio depende de la información que se tenga: en el pasado, vivíamos sin conocer en buen tiempo lo acontecido; se nos ocultaba y posteriormente presentaba con maquillaje de comunicación, que maravillosamente transformaba lo malo en bueno y lo inhumano en heroico. Como ejemplo le recuerdo la “Matanza de Tlatelolco”; los periódicos no llegaron a la provincia el día dos de octubre de 1968 y la televisión informó deficientemente; más tarde, Gustavo Díaz Ordaz, acusó a “grupos de izquierda” como los responsables; ellos trataban de “desestabilizar a México”, alborotando a estudiantes y trabajadores, debieron ser contenidos ante la inminente inauguración de la Olimpiada, cuando seríamos centro de atención mundial. Así, los buenos eran presentados como malos.
Actualmente, mantener oculta la verdad es difícil; los medios de comunicación no formales, como la Internet, lo impide. El caso de Bill Clinton y Mónica Lewinsky, se conoció porque corrió información a través de la Red.
Sin embargo, hay formas de control sutiles y tecnificadas, como la censura a la verdad completa en Líbano, atacado despiadadamente por Israel, manteniendo a sus habitantes con miedo permanente. Al menos 700 inocentes han perdido la vida y miles emigrarán por temor; 56 asesinados de un solo golpe, en Qana, barbaridad bautizada por la prensa de Oriente Medio como “el día que murieron los niños”.
La guerra ha sido promocionada como justa, “heroica acción del ejército de Israel” que ataca a los grupos “terroristas” quienes a su vez se escudan en la mancha urbana. Justificación insuficiente para lanzar misiles y matar civiles, particularmente niños, mujeres y ancianos.
La verdad se escurre por los micrófonos, ante el descuido -o desfachatez- de quienes los utilizan, caso del presidente de Estados Unidos, durante la reunión del G-8, que al ser informado del primer ataque criminal a la población libanesa, comento: “debería continuar en tanto no se acabara con esa ….” y un pitido de censura nos impidió escuchar el calificativo escatológico.
Los correos han estado circulando por la Red mundial, uno denuncia la postura parcial de las agencias noticiosas controladas por los israelíes. Escriben: “…la cadena CNN en español ha tocado niveles de impunidad y de alevosía realmente inéditos y sorprendentes (…) ya no solamente minimiza y deforma los hechos que están sucediendo, sino que además -a medida que crece la escalada militar de la fuerza invasora judía- deforma y oculta cada vez más la catástrofe humanitaria y la masacre que están realizando los bombardeos entre la población civil”, construyendo así una historieta de justificación, basada en atacar a Jezbolá, por cierto, otros radicales, igualmente salvajes y sanguinarios.
También denuncian cuatro principios utilizados: “Israel no mata, mata la violencia”; no invade, sólo “rescata soldados secuestrados”; cuando ataca, no invade y asesina, “previene o responde” y cuando Jezbolá se defiende, son “terroristas “contra civiles israelíes -no rebeldes, resistencia o guerrilla”-. El invasor pasa a ser el “bueno” y el invadido “el malo”; presenta el “conflicto” -no la invasión- como un “enfrentamiento” contra siniestros asesinos; omiten describir al ejército disciplinado, dotado de armamento y logística de última generación, que atina en blancos inocentes y omite decir que “el mal” es sólo una fuerza de guerrilla armada con fusiles livianos y cohetes de alcance reducido.
Por último, sustituye palabras y expresiones estratégicas como invasión usando “conflicto”, “enfrentamiento” por ataque o “crisis” por guerra. No se deje engañar.
También circula otro correo electrónico, denominado “Llegó el Mensaje” y muestra fotografías clandestinas tomadas a niñas israelíes, con plumones en mano, “dedicando” misiles a los posibles civiles impactados; fueron tomadas clandestinamente durante una visita a depósitos de armamentos y termina con otra imagen mostrando a niños libaneses muertos por los obuses “dedicados”.
¿Conoce mejor manera de promover el odio?
Mientras todo el mundo protesta -salvo Estados Unidos que apoya-, incluidos intelectuales mexicanos, David Dadonn, embajador de Israel en México agrede, muy alterado, a periodistas e intelectuales que se atreven a dar foro a “otras verdades”.
Nadie tiene razón para matar y tampoco podemos aceptar las justificaciones ridículas. Le comparto un comentario de Benedicto XVI: “Los libaneses tienen derecho a ver respetada su integridad y la soberanía del país, los israelíes tienen derecho a vivir en paz en su estado y los palestinos tienen derecho a tener una patria libre y soberana”. Tan simple de decir y tan difícil de llevar a la práctica. ¿Usted qué opina?
ydarwich@ual.mx