Reza la sentencia: ?quien no conoce su historia, está condenado a repetirla? y al parecer ése es nuestro destino. Los mexicanos no hemos aprendido del pasado, tal vez por no alcanzar la madurez como sociedad y tampoco haber consolidado una cultura propia, bien definida, que resista los embates de otras.
Hay un cuento que nos describe: el del vendedor de cangrejos ofreciendo su mercancía depositada en dos tinas, una tapada y la otra no; a la pregunta por la diferencia, respondió: ?una la tapo para que los animales no escalen y se escapen; la otra no necesita, es de mexicanos, que tan pronto ven subir a alguno, los demás lo jalan para que caiga y no pueda salir?.
El historiador Francisco Bulnes, narra en su libro ?Grandes Mentiras de Nuestra Historia?, que en 1829, dos mil setecientos españoles llegaron a México para intentar reconquistarnos, enfrentándolos Santa Anna; luego de múltiples errores de táctica militar pudo contenerlos por la traición del comandante naval español, quien regresó a Cuba tan pronto desembarcaron los invasores, dejándolos en el abandono. Unos acusan a Santa Anna de viajar por propia voluntad y ansias de gloria, sin tomar en cuenta la opinión del presidente de la República; la mayoría opinó, se debió al error de cálculo del número de sus tropas por parte de los iberos, aceptando una tregua; otros, el choque armado fue un verdadero caos debido a su negligencia.
Un año antes, Vicente Guerrero había llegado al poder gracias al golpe de Estado fraguado contra el presidente Manuel Gómez Pedraza. Guerrero, descrito como un hombre de buenas intenciones, trató de imponer la democracia confiando en que ?el pueblo sabría defenderla?, no aceptó componendas, quedando sin resguardo ante el ataque de sus opositores.
Luego, los administradores públicos y los propios partidos políticos buscaron derrocarle a toda costa, aun ante la información sobre los españoles, quienes ya habían zarpado de Cuba para atacar las costas mexicanas. Su poco nacionalismo los llevó a publicar ofensas y mentiras en desprestigio del presidente y declarar en su contra, llegando al grado de decir: ?primero debían destruir al Gobierno y luego batir al enemigo?. Finalmente, Guerrero cayó ante la presión de españoles radicados en México y mestizos que tenían en su poder la pobre economía de la nación.
No olvide: Santa Anna, ante la invasión de Estados Unidos de Norteamérica, pidió recursos a las conservadores, quienes influenciados por la Iglesia, agraviados por los impuestos, negaron financiar la empresa; el resultado ya lo conoce, ahora nos construirán bardas divisorias en lo que históricamente fue nuestro territorio, del que fuimos despojados por propia negligencia y el abuso oportunista de los gobernantes de norteamericanos.
No hemos aprendido a anteponer el nacionalismo y los intereses de las mayorías por encima de las minorías; en otros países se da el mismo fenómeno, pero nosotros exageramos, haciéndolo en tiempos en que se requiere particular unión para enfrentar los retos del exterior. Nuestros ?cangrejos? se agreden, luego comen juntos y cantan música bravía. Desesperante, ¿o no?
A punto de terminar el sexenio ?del cambio?, las quejas más creíbles por el pueblo mexicano, en relación al desempeño del presidente Fox, son relativas al bloqueo de leyes, propuestas, alternativas de activación económica, etcétera, que no le dejaron cumplir con su proyecto de Gobierno; sin duda que tienen algo de razón, aunque él y su equipo no supieron orientar sus políticas, ni ejercer autoridad.
Hace unos días, Vicente Fox, con cara de ansiedad y voz grave, informó no haber sido autorizado por el Poder Legislativo para abandonar el país y asistir a sendas reuniones en Vietnam y Australia. El tema ha generado amplias discusiones: hay quienes apoyan la decisión, considerando la presencia del presidente necesaria a fin de atender los problemas de desorden social nacional; otros, insisten, se trata de un caso de revanchismo por resabios políticos y advertencia a Calderón. Ambas partes tienen fundamentos para sostener sus posturas; justificaciones habrá siempre y el caso sirve de ejemplo para este Diálogo.
Felipe Calderón, tiene un gran reto, pero nosotros también: cambiar de actitud ciudadana para modificar el rumbo de México y aprender a identificar a los alborotadores. Le comparto una frase de Lorenzo de Zavala, del ?Ensayo Histórico de las Revoluciones de México?: ?La gran mayoría de la nación tímida ignorante, sencilla, se entrega cariñosamente a los demagogos, que la educan para explotarla y arruinarla?. Es un comentario hecho en el entorno del conflicto armado de 1829, contra el invasor español Barradas, que en estos tiempos nos viene ?como anillo al dedo?, como clara advertencia sobre nuestra triste realidad política.
Lo invito a que reflexionemos sobre el quehacer nacional y busquemos influir para romper con nuestras debilidades históricas, empezando por sobreponer al bien común encima del partidario. ¿Acepta trabajar para el cambio?
ydarwich@ual.mx