Hace dos semanas le escribí sobre la destrucción de Líbano, generándome muchos correos de apoyo y algunos con agresiones verbales; el alud de mensajes electrónicos continúa navegando por el mundo con imágenes desgarrantes.
La censura a Israel incluye diversas opiniones autorizadas sobre las razones mundanas que han provocado tantas muertes de civiles; caso de Alfredo Jalife- Rahme, especialista en Oriente Medio que escribió: “Conforme a Terrell E. Arnold, jubilado del Departamento de Estado, ex vicedirector de la Oficina de Contraterrorismo, ex director del Departamento de Estudios Internacionales del Colegio Nacional de Guerra de Estados Unidos y autor del libro ‘Un mundo menos seguro’, una de las principales carencias del Estado hebreo es el agua; y aduce que la ‘recompensa’ de la invasión al Líbano y la ‘limpieza poblacional’ arriba de 30 kilómetros de la frontera norteña israelí la constituyen las aguas del codiciado y estratégico río Litani, que nace en las montañas del Líbano y desemboca a unos kilómetros de la ciudad shiita de Tiro”; según Arnold: “No existe otra fuente potencial de agua potable o de irrigación en la región”. Desde el siglo pasado, Ben Gurión, uno de los padres fundadores del moderno Israel: “Concibió las fronteras del naciente Estado israelí hasta el río Litani”. Curiosamente, Israel acató el cese al fuego luego de ubicarse muy cerca el citado afluente.
Del interés invasor, le comparto parte del texto de una carta escrita en 1954, por David Ben Gurión: “Moshe, (...) está muy claro que el Líbano es el sector más débil de los países de la Liga Árabe. (...) En el Líbano la situación no es la misma con los cristianos. Ellos representan la mayoría en el Líbano histórico y esta mayoría tiene una tradición y una cultura radicalmente diferente de todas aquellas poblaciones de la Liga. (...) los musulmanes no son libres de sus movimientos por miedo de los cristianos, a pesar, tal vez, que sean mayoritarios (y yo no sé si lo son)”. Continúa: La constitución de un Estado cristiano es en estas condiciones algo de natural, (...) y sería apoyado por fuerzas importantes del mundo cristiano, tanto por los católicos que por los protestantes”. (...) Es posible que el momento sea ahora propicio y favorable para provocar la creación de un Estado cristiano a nuestro lado”. ¿Acaso el complot no es parte del terrorismo?
Norman Birbaum, profesor emérito de la Universidad de Georgetown, dice: “Hace algunos meses, dos respetados profesores estadounidenses, John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago y Stephen Walt, de Harvard, publicaron un trascendental informe sobre la compleja red de apoyos a Israel que existe en Estados Unidos. Indicaron que las políticas que ésta promovía, a menudo entraban en conflicto con los intereses nacionales de EU y que el éxito que tenía en esa promoción se debía a que el grupo de presión israelí había logrado que un análisis crítico del apoyo de EU a Israel estuviera prácticamente prohibido, relegado a los márgenes más lejanos de la vida pública estadounidense. Más adelante: Los profesores fueron denunciados como promotores de una teoría de la conspiración e incluso acusados de tener prejuicios antijudíos, (...) y paradójicamente, las organizaciones judías negaron ejercer alguna influencia especial y al mismo tiempo se jactaron de ello”.
Si los expertos opinan, quienes sufren en “carne propia” dan sus puntos de vista; le comparto el escrito de un lagunero, libanés de origen que dice: “Qué vergüenza: según las Naciones Unidas, el Líbano no puede disponer ni de una aviación civil, menos de una fuerza militar (por su cercanía a Israel). Además, Líbano nunca trató de ser una potencia militar. Sus ancestros, los fenicios, ganaban pacíficamente los mercados de todo el Mediterráneo como lo hace actualmente Wall Mart en el mundo entero. (...) El bello Líbano sufre con los descendientes de quinientos mil refugiados palestinos que la Liga Árabe le impuso en su territorio del sur desde 1948, el tiempo pasa y vuela... aquellos refugiados fueron aceptados y con el tiempo se fusionaron -en su mayoría- con sus correligionarios los shiitas libaneses del sur de Líbano, frontera con el nuevo Estado de Israel. Todo esto englobado dentro de una superficie de mil quinientos kilómetros cuadrados, el 15 por ciento de la superficie total de Líbano. En ese rincón, el incipiente Ejército Libanés no tiene acceso; Jezbolá está instalado allí, subvencionado por Siria e Irán”.
Por ahora, el espíritu libanés brilla: refugiados en casas, escuelas, monasterios o en tiendas de campaña, reciben alimento de otros libaneses, logrando “hacer rendir” los víveres de miles, para cientos de miles humanos unidos en desgracia.
Lo que sucede en Líbano es vergonzoso, ¿no le parece? Le comparto una pregunta de Foad Siniora, primer ministro de Líbano: “¿Valdrá más una lágrima judía que una gota de sangre libanesa?”
ydarwich@ual.mx