Hace poco, el Cabildo de Torreón aprobó un nuevo Reglamento de Salud y Asistencia Social, que deroga al anterior y permite a los homosexuales transitar por las calles con libertad de uso de vestuario y accesorios femeninos.
La reacción no se hizo esperar; la Comunidad Lagunera se opuso al acto por considerarlo ofensivo a los usos y costumbres sociales. En las ciudades de Gómez Palacio y Lerdo, Durango y parte de la zona conurbada, el hecho preocupa, por ser un antecedente de permisividad que sin duda generará presión en los respectivos cabildos, en un futuro cercano.
La tan desacertada medida tiene sus orígenes en la mala política de la Administración anterior, cuando el entonces presidente municipal tuvo serias diferencias con los grupos minoritarios de homosexuales y prostitutas, quienes ejercieron presión para lograr sus objetivos, llegando hasta al agravio personal, pleito iniciado con la ofensa verbal del ?Colorado? Javier Gutiérrez Pesquera, entonces jefe de Policía.
Finalmente la autoridad cedió y sembró así la semilla que ahora ha germinado en La Laguna. Somos la primer ciudad del país que legalizamos el travestismo callejero.
Curiosamente el secretario del Ayuntamiento, Homero Walss Aurioles, se ha echado a cuestas la defensa de la citada Ley, llegando a externar barbaridades por los medios de comunicación; entre otras: ?Yo no puedo prohibir la homosexualidad?, en un verdadero intento de ejercer el mal arte de la demagogia, tan aplicada en el siglo anterior y que hoy día no ?engancha? ingenuos.
Las irracionales propuestas hechas en sendas declaraciones continuaron y propuso enviarlos ?a lo oscurito? de la avenida Presidente Carranza; al fin, ?según él? ?ahí casi no vive nadie? y consecuentemente no hay infantes. Lo invito a observar el tráfico humano en los cruceros de esa vía del Centro comercial, especialmente a la entrada o salida de las escuelas primarias de la zona; abundan niños, niñas y padres de familia en camino de ida o vuelta a escuelas y hogares. Por las noches, habrá que contabilizarle las muchas trabajadoras de los comercios, que esperan el transporte público, de regreso a casa, quienes sufren de múltiples agresiones verbales.
Cuando la comunidad no reaccionó positivamente ante tal ?solución? al problema, propuso ubicar a los minoritarios en la periferia de la ciudad, lejos de la vista de su jefe, sin mostrar el menor respeto y sensibilidad hacia los votantes que menos tienen; ¡claro!, ellos no protestan, ni amenazan su carrera política, o al menos eso se puede leer en sus irresponsables declaraciones.
El conflicto generado con la mala decisión no termina ahí; según declaraciones a la prensa local, de políticos y líderes de esas minorías, al menos hay quinientos sujetos que ahora se dedican a la prostitución masculina en el Centro de Torreón; de ellos, ni una docena cuenta con la tarjeta de control sanitario que al menos, en forma mínima, limitan las infecciones de transmisión sexual, entre ellas el Sida.
El error tiene aún más consecuencias y ha revivido el tema de crear, o no, una zona de tolerancia, entre ellas: el descontento de las prostitutas organizadas, que ahora exigen concesiones por compensación; la necesidad de aplicar sobrevigilancia policiaca a costas de nuestro erario; incremento en la inseguridad; y la evidente posibilidad del alza en los índices de criminalidad, con escenas ofensivas a los transeúntes.
Indudablemente debemos encontrar mecanismos para que, quienes ocupen cargos en la Administración municipal, estén capacitados para hacerlo, evitando los ?premios? a la lealtad partidista o por amistad. Ya no es posible aceptar a la Administración pública como espacio de aquellos sin vocación, orientación ni educación suficiente para el servicio. Ese hueco de oportunidad existente, permite a espontáneos y novatos posicionarse y hacer carrera con base a ?concertacesiones?, actos de corrupción y aceptación de componendas ?en lo oscurito?, a fin de avanzar en las ?carreras? políticas individuales: hay que terminar con todo ello.
Debieron pasar muchos años para que el PAN, desde la Oposición, lograra acceder al poder municipal en La Laguna; más aún, repetir en dos administraciones municipales en períodos consecutivos; luego de mucho trabajo, esfuerzo y hasta sacrificio de los ?viejos? partidarios, que finalmente lograron su objetivo.
Desgraciadamente para ellos, la ?genética política? está contaminándose con jóvenes que muy pronto han aprendido el ?arte del malabar?. Nunca ha sido correcto aquello de ?mal menor por bien mayor?; menos aún hacer negociaciones negativas para los intereses de las mayorías, que permitan a los individuos mantenerse en la carrera y presupuesto, incluidos los bonos.
Dice el refrán ?más vale una vez colorado y no muchas descoloridas?, que bien puede aplicarse al caso y hacer un serio análisis del citado Reglamento, que tantos problemas y desafortunados comentarios ha provocado y que sin duda seguirá generando. ¿No le parece?
ydarwich@ual.mx