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Diálogo| Navidad a la Mexicana

Yamil Darwich

Ya hemos dialogado, en estas épocas, en años anteriores, sobre el bello significado que tiene para nosotros, los cristianos, la Navidad; simple y sencillamente es la fecha en que celebramos el nacimiento de Jesús.

La discusión da para rato, iniciando por la fecha de su nacimiento; algunos aseguran fue en tiempos del censo ordenado por Augusto, consecuentemente entre cuatro y seis años anteriores al cero; también su condición de hijo único, profeta o guerrillero. Sin duda, la necesidad de ajustar la historia está relacionada con lo que nosotros mismos deseamos sea; acomodarla a nuestros propósitos tan sólo es un paso corto.

Deme la oportunidad de escribirle lo que creo: ?El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús?.

Lo anterior es de Mateo, el evangelista y con la última frase también nos hemos enfrascado, a través de los siglos en otra discusión estéril: si María tuvo relaciones carnales con José y consecuencia de ello hubo descendencia. De nuevo le dejo con su criterio, me permito compartirle el mío: María virgen no tuvo más hijos y tampoco actividad sexual con su esposo; ascendió al cielo como tal.

Pero si se trata de ponernos a tono con las épocas navideñas, le diré que en lo que sí existe un consenso total es en el mensaje de Jesús, más allá de las disertaciones eruditas, incluyendo aquello de ?cuantos ángeles caben en la cabeza de un alfiler?, es uno solo: amar.

Ya otras culturas hablan de un dios que vino al mundo a redimirlos o a enseñarles y darles bases de superación; imposible nombrarlos a todos o comentar sobre ellos, bástenos recordar a: Adad de Asiria; Baal de Fenicia; el mismísimo Buda; Hesus de los druidas, ?nombre sorprendente parecido?; Deva de Siam, de Tailandia; Hidrea del Tibet; Jao de Nepal; Krishna de India; Odin del Cáucaso o nuestro Quetzalcoatl de México. Le insisto, yo creo en la historia de Jesús.

También tenemos certeza de que Jesús es el símbolo de la paz, suficiente como para detener a los seres humanos en el ejercicio de la más bestial de sus ocupaciones: la guerra.

Hay más íconos de la Navidad; entre ellos el Santa Claus, leyenda de San Nicolás de Bari (ca. 280-ca. 350), obispo de Mira y santo que, según la tradición, entregó todos sus bienes a los pobres para hacerse monje y obispo, distinguiéndose por su generosidad hacia los niños; o la versión francesa de ?Père Noël? o ?Papá Noel?, en la que adoptaron muchos de los rasgos y atributos típicos.

No todos festejamos el 25 de diciembre; hay otros días señalados para tal evento: las iglesias ortodoxas de Rusia y Etiopía celebran el siete de enero; la Armenia, lo hace el seis de enero, fecha de la conmemoración en las primeras agrupaciones de cristianos y adoptada por nosotros como el día de ?Adoración de los Reyes Magos?; igualmente, existe discusión en la fecha de su llegada a Belén, el número de personas y la condición de magos, reyes o simples estudiosos.

Le insisto que la Navidad es época de ratificar la más poderosa de nuestras fuerzas: el amor, sea cual fuere su manifestación: deídico a Dios, romántico entre las parejas, filial a hijos y familiares o social, compartido entre todos los miembros de una comunidad.

Lo invito a reflexionar sobre lo bello del mensaje; es la oportunidad brindada para atender problemas de origen moral o sentimental; la posibilidad de liquidar deudas de pasión y podamos reunirnos con los seres queridos en un ambiente de Navidad latina, con nacimientos, aunque por influencia externa incluyamos árboles navideños; cantemos pastorelas, en vez de cánticos en idiomas extranjeros; comamos guajolote, tamales, champurrado y ponche ?con o sin ?piquete?? y refrendemos nuestros sentimientos filiales y de amor. Muchas felicidades.

ydarwich@ual.mx

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