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Diálogo| Tres excusas tontas

Yamil Darwich

Diariamente confirmamos el incremento de la desigualdad; actualmente, el 80 por ciento de la riqueza está en manos del 20 por ciento de los habitantes del planeta; de 6000 millones, apenas 500 viven desahogadamente; los otros subsisten en forma precaria mientras la organización actual del mundo se desmorona.

La democracia va acercándose a la utopía, puesto que cada vez hay más seres humanos que pierden su libertad al no contar con el derecho de elegir, presentándose la paradoja: el mundo produce 110 por ciento de las necesidades de consumo.

La vida en la cultura global ya no acepta otras reglas que las dictadas para alcanzar productividad y ganancias, rebasando a naciones y constituciones, políticos y sus capacidades de gestión, hasta fronteras geográficas.

Ni siquiera reconoce derechos de ciudadanos de países capitalistas, caso de EUA, donde por falta de atención médica, alimentación adecuada y satisfactorios mínimos, tienen a 32 millones de seres humanos amenazados de no llegar a los 60 años de vida; 45 millones viven en pobreza y 52 millones son analfabetas funcionales.

Europa tampoco está bien, con 50 millones de pobres y 18 millones de desempleados.

Esa es la semilla de la violencia social, terrorismo y los más de 60 conflictos armados que han dejado cientos de miles de muertos y 17 millones de refugiados, sólo de los años ochenta a la fecha. La grave inseguridad mundial tiene mucho de su origen en la desigualdad, pues aunque haya quienes traten de encontrar razones en diferencias culturales y/o religiosas ?verdad en parte- la historia les contradice.

Prepararse para el mundo conflictivo es necesidad que debe atenderse con distintos contrapoderes que establezcan un nuevo orden mundial. Difícil, cuando incluye la necesidad de compartir de los que tiene y olvidar rencores por la desigualdad y marginación impuestas con abuso de la fuerza militar y económica.

Y con todo ello nace el temor.

El estado paranoide no es nuevo entre los norteamericanos; lo vivieron cuando colonizaron América y por temor exterminaron a los indios; lo reavivaron en las dos grandes conflagraciones mundiales, satanizando a japoneses y alemanes; luego en plena Guerra Fría, cuando hablar de comunismo y URSS asustaba a más de uno; las amenazas de dictadores latinos los mantienen vigilantes; hasta llegar al siglo XXI, cuando los atentados terroristas golpearon fuertemente su orgullo nacional, despertando a muchos a la realidad: un pueblo guerrero siempre tendrá cuentas pendientes. Corea, Indonesia, Irak, Palestina, Afganistán, por mencionar algunos casos, son historias de agresión por temor, que esperan oportunidad de revancha.

George W. Bush declaró el ocho de junio de 2002: ?Sabemos que miles de asesinos profesionales están conspirando contra nosotros para atacarnos y esa tremenda constatación nos obliga a actuar de modo diferente. Estados Unidos, como líder del mundo civilizado, debe proseguir y hacer más eficaz su lucha contra el terrorismo?. El 26 de octubre, sonriente ante los fotógrafos, firmó el decreto de ley que permite construir un muro de 1,200 kilómetros de largo para ?blindar? la frontera con México.

Las excusas para gastar millonadas en el ?muro de la ignominia? han sido consideradas ?tontas?. ¿Qué programa podría financiar con tal dispendio para atender a sus pobres?

Hasta ahora habían existido dos muros famosos: la muralla China, construida para contener a los bárbaros y el muro de Berlín, levantado para evitar que los alemanes del Este corrieran hacia la libertad. El de la frontera mexicoestadounidense es muestra de incongruencia entre lo que se dice defender -democracia, justicia, libertad- y lo que se hace.

Curiosamente EUA entra en la recta final de elecciones y el partido de Bush tienen urgencia de un golpe publicitario.

Sandra Cisneros es una escritora mexicoamericana de moda, por declararse defensora de los marginados; dijo: ?Ese mugre muro es sólo para distraer al público del fracaso de Irak? -y no está tan errada-.

Migración ilegal, narcotráfico y terrorismo son tres tontas excusas; aun así, están en su derecho.

Los ilegales latinoamericanos encontrarán formas de traspasar las fronteras; inclusive a través de las propias garitas aduanales, o con el apoyo de ?coyotes?, que sin duda les cobrarán más.

Los terroristas ingresarán con pasaporte en mano, quizá sean molestados y hasta agredidos en su integridad, pero lo lograrán aunque requieran de varios intentos. Por cierto, lo hacen por vía aérea.

Los narcotraficantes no sufrirán por la bardita; ellos pasan por abajo, a través de túneles, verdaderos ingenios de tecnología.

Siendo así, las declaraciones de los políticos norteamericanos resultan inaceptables, haciéndonos dudar de sus capacidades intelectuales, no por tratar de justificar ingenuamente su dispendio para detener la migración ilegal, sino porque no piensan con la lógica elemental aplicada por el mundo entero. Esperemos de los bárbaros guerreros, altamente tecnificados, entiendan: la fuerza económica o militar no concede razón; lo peor: abusando, habrá elementos de resentimiento, que de paso generan temores. ¿Qué opina?

ydarwich@ual.mx

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