Llama Gyanendra a la oposición a que nombre un candidato a primer ministro, aunque no se ha dado una fecha tentativa para celebrar elecciones.
Katmandú, (EFE).- Tras dos semanas de masivas protestas ciudadanas en las calles de Nepal, el rey Gyanendra anunció hoy su renuncia al poder ejecutivo y pidió a la oposición que nombre un candidato a primer ministro.
"Los poderes ejecutivos que manteníamos, los devuelvo al pueblo. Esperamos que se restaure la paz y el orden en el país, al proteger a la democracia multipartidista", indicó en un mensaje televisado Gyanendra, quien asumió el poder absoluto el 1 de febrero de 2005.
En su discurso ante las cámaras, en las que apareció con cara seria y pronunciado con un tono de gravedad, el rey expresó su "compromiso con la monarquía constitucional", la "democracia multipartidista" y las elecciones, aunque no dio una fecha de una futura convocatoria ni tampoco señaló la vía en que regresará la soberanía al pueblo.
Krishna Sitaula, portavoz del principal partido, el Congreso Nepalí, dijo a EFE que la oposición se reunirá mañana para dar una respuesta oficial al rey, pero avanzó que de momento continuarán las movilizaciones porque su mensaje "no fue claro".
Sitaula señaló que el monarca no citó las peticiones de la oposición, entre ellas la restauración del Parlamento, la primera de sus reclamaciones.
Gopal Man Shrestha, presidente del Partido del Congreso Democrático Nepalí, dijo a EFE que lo previsible es que la oposición presente a Gyanendra un plan de acción que lleve a la convocatoria de elecciones constituyentes pero que, si no es aceptado, lo previsible es que continúen las movilizaciones.
En los últimos 16 días la alianza opositora ha celebrado protestas en las calles de Nepal y una huelga general para exigir la restauración de la democracia.
"El poder soberano debe estar con el pueblo", apuntó hoy el monarca, quien pidió además que "regresen al camino correcto los que estén en el camino equivocado", en una clara alusión a la guerrilla maoísta que lleva una década de insurgencia en Nepal en la que han muerto más de 12.000 personas.
Precisamente fue la violencia el argumento utilizado por Gyanendra para destituir hace catorce meses al Gobierno democráticamente elegido, pero desde entonces la situación de seguridad ha empeorado en el país.
Las movilizaciones ocurridas en todos los rincones de Nepal desde el pasado día 6 fueron facilitadas por el hecho de que los rebeldes maoístas declararon tres días antes un alto el fuego en el valle de Katmandú.
En este contexto, las protestas han sido las más virulentas desde que el rey dio el golpe de Estado y, sobre todo, han reflejado una mayor movilización ciudadana.
La guerrilla maoísta alcanzó en noviembre un acuerdo con los siete partidos de la oposición en busca de la convocatoria de unas elecciones a una Asamblea constituyente para salir de la crisis y se comprometió a renunciar a la violencia en caso de lograrlo.
Ello ha aislado todavía más al monarca, muy presionado en los últimos meses por países como la India y Estados Unidos, antes importantes aliados de Nepal.
Ahora la pelota la ha pasado el rey nepalí al tejado de la oposición, que se ha manifestado unida luchando en su contra, pero no está claro que mantenga esa misma cohesión para designar a un primer ministro.
En su discurso, Gyanendra aseguró esta noche que transfiere "desde hoy mismo" el poder al "pueblo", si bien no dejó claro cómo se producirá el proceso.
La fórmula elegida parece haber sido sugerida por el enviado indio a Nepal, Karan Sigh, quien regresó ayer mismo a Nueva Delhi y hoy ya había anunciado que el monarca nepalí daría "un importante paso" a favor de la restauración de la democracia.
Las presiones para que Gyanendra entregase el poder habían aumentado en los últimos días y hoy mismo una manifestación de quince kilómetros pidió alrededor de Katmandú la restauración de la democracia sin que, pese al toque de queda que rige por segundo día consecutivo, llegase a intervenir la policía.