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Diplomacia extraviada

Humberto Hernández Haddad

La agenda diplomática de México se perdió y demeritó durante los últimos años a causa de un lamentable catálogo de frivolidades, como si esa diplomacia improvisada y advenediza que invadió a la Secretaría de Relaciones Exteriores tratara simplemente de gastar en el extranjero, feliz e irresponsablemente, las abultadas rentas de las exportaciones petroleras que hacen paradójicamente de nuestro país un rico exportador de petróleo crudo y de trabajadores migratorios indocumentados.

Con la urgencia y la seriedad que el tema migratorio ameritaba, nuestra diplomacia estaba obligada a presentar un plan de acciones políticas internacionales de mayor calidad, en vez del apurado llamado a la solidaridad que hoy plantea a la comunidad latinoamericana. Ese consenso latinoamericano y caribeño es importante, pero no puede ser sustitutivo de las propuestas que desde México debieron plantearse en el marco de las relaciones bilaterales y que no se hicieron.

El Gobierno que inició su gestión en el año 2000 tuvo un momento histórico en la agenda de las relaciones México-Estados Unidos, pero lamentablemente quedó marcado por la ilusa declaración de que solamente aceptaríamos la “enchilada migratoria completa”. Al paso de estos años se ha hecho patente el tamaño del descalabro diplomático que en materia migratoria logró acumular esa diplomacia de improvisados que pasea sus egos por el mundo cosechando derrotas políticas.

Es necesario revisar a fondo las causas de ese debilitamiento de nuestra política exterior y preparar una respuesta constructiva ante la gravedad de lo que está ocurriendo en la frontera norte. La importancia de la frontera de México con Estados Unidos es demasiada como para dejarla en las manos incompetentes que hasta ahora solamente han hecho que la diplomacia se vuelva sinónimo de lo ambiguo con evasivas y sin definición de los objetivos nacionales.

Un nuevo problema internacional comienza a asomarse en la frontera norte con la creciente contaminación política que desde el Congreso en Washington buscaría injertar el tema migratorio con las amenazas del terrorismo global. Si esa mezcla de políticas estadounidenses se materializaran, la vitalidad económica de la frontera entre México y Estados Unidos nunca más volvería a ser la misma. Lo que hoy es la línea fronteriza internacional con el mayor cruce de personas, tráfico de vehículos y de intercambio comercial, a nivel mundial, sería con el paso del tiempo una zona bajo el control de las Policías y las Fuerzas Armadas.

Resulta una contradicción fundamental en la relación económica bilateral que los nuevos criterios para administrar la frontera entre los socios que suscribieron un Tratado de Libre Comercio, incorporen ahora la idea de construir muros contra la migración. Los conceptos del libre comercio están cediendo su lugar desplazados ante la idea de que Estados Unidos debe cerrar su frontera a la migración de trabajadores sin empleo que buscan un lugar en el mercado laboral estadounidense.

Un problema económico que hasta ahora ha sido asimilado exitosamente pasaría a convertirse en un problema político internacional. En la revisión de las causas se tendrían que evaluar los costos y los beneficios de esa migración mexicana que entra a Estados Unidos a buscar un trabajo y de la cual no existen antecedentes de que signifiquen una pérdida económica para ese país ni una amenaza para su seguridad interna. Todo lo contrario, las cifras frías de las aportaciones que hacen los trabajadores mexicanos a la economía estadounidense eran en el año 2000 de más de 400 mil millones de dólares anuales, dentro de un esquema de pocos beneficios y nulas prestaciones laborales y de seguridad social.

Por lo que se refiere a la posible amenaza que los trabajadores migratorios mexicanos pudieran representar para la seguridad interna de Estados Unidos, son muchas la evidencias contundentes que demuestran el carácter ficticio y mal intencionado que se les trata de atribuir con el fantasma del nuevo enemigo invisible del terrorismo global. Basta señalar que desde la guerra de Corea hasta la fecha, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos registran estadísticamente a los mexicanos en un lugar de heroísmo destacado cuando han prestado servicios militares a ese país.

Las iniciativas que desde Washington buscan construir muros entre los dos países están destinadas al fracaso y se volverán contra sus autores una vez que comiencen a causar daños económicos, comerciales y políticos. Por ello resulta importante que los mexicanos que residen en Estados Unidos, salgan a ejercer sus derechos y defiendan su presencia en Estados Unidos al amparo de la Constitución de Estados Unidos.

La cifra de diez mil 500 solicitudes recibidas por el Instituto Federal Electoral de parte de los mexicanos residentes en el extranjero hace ver con claridad que la defensa de los derechos de los mexicanos en el exterior incluirá su organización para el sufragio y la defensa legal de sus derechos.

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